miércoles, 26 de noviembre de 2014

La curva de motivación

La motivación sigue una curva que influida por una serie de variables, puede ser lineal, marginalmente creciente o decreciente. En mi caso casi siempre es marginalmente creciente. Sin embargo como todo crecimiento marginal, llega un momento que el crecimiento es cada vez menor. Ese es mi caso.

Empecé perfectamente motivado para buscarme unas prácticas en Bilbao para poder estar más cerca de mi princesa vasca. Mi búsqueda era muy extensiva e incluso llegué a conocer bastante bien qué parques industriales hay en Vizcaya. Sin embargo al no tener el carnet de vasco me discriminan e incluso los enchufes me miran con temor de contagiarles algún virus catalán.

Al final esa curva de motivación pasa de ser creciente a ser plana y con los días pasa a ser decreciente. Hoy ha sido ese día. Hay que añadirle varios factores que tienen una gran influencia en la pendiente de mi curva motivacional. Por un lado en menos de tres semanas me quedaré completamente solo en clase, los que han sido hasta ahora mis nuevos compañeros de viaje se irán por la puerta y solo algunos los volveré a ver. ¿Qué hay de los antiguos? Desaparecieron en combate. Por otro lado, el hecho de ver a muchos amigos míos hacer prácticas me produce unas inmensas ganas de estar como ellos, dejar las aulas y empezar a trabajar.

Obviamente la vida de estudiante es la mejor del mundo per sin ninguna duda, el mejor año como estudiante fue el año pasado. Este año estoy envuelto en trabajos y más trabajos. ¿Os acordáis de los dibujos americanos cuando alguien hace un volcán para el trabajo de ciencia? Pues yo hoy he hecho uno para la presentación de una asignatura. Cuatro años de carrera para esto. Quiero dejar la maldita aula 18 y hacer algo con este bendito cerebro.
Aunque hace una semana hablé de no volver a dejaros solos, no parece muy creíble mi promesa si os he dejado solos durante toda esta semana anterior. Aun así, este periodo desmotivacional y vaciado de cerebro me ha dado mucho en lo que pensar. Por un lado he asumido que mi camino laboral es más incierto que el futuro de Catalunya así que mejor no comerse el coco sobre ello. Por otro, he decidido volver a darles una segunda oportunidad a las consultoras. Y por último, abandonaré la búsqueda de prácticas hasta enero.

¿Hasta qué punto ha llegado mi locura para estar pensando en estudiar cocina? Pues solo yo puedo saberlo pero un buen amigo mío con barba espesa y mirada de asesino me dio un buen consejo que estoy en derecho de compartir. “La clave está en aferrarte a tu estandarte y no soltarlo”. Esto significa que si quieres conseguir un trabajo con el que sentirte satisfecho tienes que mantener siempre en alto el estandarte que nos representa y desarrollarte en esa dirección.

Estos últimos días también he estado pensando  sobre el futuro de este blog. En un futuro no muy lejano me gustaría convertir este blog en uno de viajes, comida y yo como persona cool. Hablo de un futuro porque actualmente mis viajes se resumen a poco más que ir a la Vascongadas. Por otro lado hoy mismo, justo después de publicaros este post de explicaciones divagantes, pienso volver a escribir. Os lo juro, lo haré y si el resultado es lo que espero, quizás pronto os enseñe algo.

Hablando de las Vascongadas, la semana que viene asomaré el culo por ahí arriba. A dos semanas y media de comenzar los exámenes finales yo voy a visitar a la princesa. Con dos cojones.

Sin más que decir, debo irme y continuar tecleando.


Mucha fuerza a todos aquellos y aquellas que afrontéis exámenes finales. Nos vemos en la batalla. 

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