lunes, 29 de septiembre de 2014

Back in town

Hoy me estoy descomponiendo a niveles saharianos. Ayer llegué a Barcelona a las diez de la noche con una bolsa que pesa tres mil quilos. Aún me quedan seis horas hasta que pueda descansar en el tren de vuelta a casa. Hoy además tengo oratoria y no sé si me veo en cuerpo o en alma o en las dos cosas para poder intervenir. Mi cara ha envejecido varios años y ahora mismo solo deseo tumbarme en la cama. He aguantado como un toro la clase de fiscalidad la cual me preparé ayer tarde en el tren y ha sido un auténtico coñazo. Aun así, le he respondido una pregunta. Ese ha sido mi aportación del día.

Aun me queda un largo día cargando con mi bolsa de viaje a cuestas. Me queda el trayecto hasta Drasanes y la clase de francés con mis nuevos compañeros quienes me mirarán o tacharán de loco al verme con el equipaje.

-        ¡Oh sí Javier! ¿Cómo fue el viaje?
-        ¡Estupendo, gracias!

No consigo decidirme si este viaje ha sido o no mejor que el primero. Mi inmersión en la cultura vasca lleva ritmos similares a los de Gareth Bale tras el balón. La sensación de estar entre decenas de vascos y ser el único que confundiría Ongi Etorri con Onegin es incomoda. A mí ya me ha pasado. Mi travesía tras el rastro de Ocho Apellidos Vascos me llevó a San Juan de Gasteluatxe donde no solo hicimos piernas, culo e incrementamos nuestra capacidad respiratoria (tres hurras para Sara que llegó al primera: hip hip…) sino que además recibí una clase magistral de cultura vasca para no vascos de la mano de su tío. A esa clase teórica, le siguió una clase práctica de botellón o “litreo” como se dice por ahí en medio de Bolueta (un sitio raro junto a una discoteca).

No se cuantos escalones: 300 o por ahí. Lo peor no fueron los escalones sino la cuesta arriba de vuelta al coche

jueves, 25 de septiembre de 2014

Victor, Alfa, Sierra, Charlie, Oscar, el tomate está en el plato

Chicos, no se lo digáis a nadie pero estoy en una operación encubierta. He accedido a los archivos secretos de las Vascongadas. Ahora mismo estoy en la biblioteca de Deusto. Se supone que he de dedicar el tiempo que Sara está en clase para atender mis tareas académicas. La operación ha sido planeada con todo tipo de detalle gracias a nuestro topo en el interior (Sara) quien me ha indicado los pasos a seguir: Cruza la puerta y gira a la derecha donde encontrarás otras puerta. Aquí viene lo complicado, desliza la tarjeta personal e intransferible del topo a través del lector y si nadie ha dado la voz de alarma, estarás dentro. Continua recto hacia unas escaleras con las que accederás a la siguiente planta. Gira a la izquierda y finalmente llegarás a una inmensa sala donde reina paz y tranquilidad. El tomate está en el plato.

martes, 23 de septiembre de 2014

La formula uno de la preparación de maletas

Si hacer la maleta fuera un deporte, yo habría conseguido la pole. 32 minutos (minuto arriba, segundo abajo). Vuelvo a tener esa sensación previa a hacer un viaje como si estuviera a punto de iniciar una operación encubierta en el desierto sirio. De hecho cada vez que tengo una cita de este tipo, coger el tren de casa se convierte en un momento muy tenso. La última vez que fui a Bilbao, tuve que recorrerme la mitad del servicio de metro de Barcelona para poder llegar a tiempo para coger mi querido Alvia sin enchufes. Lo pasé muy mal y casi me deshidrato. Esta vez no voy a Bilbao en calidad de turista aunque aún me deben quedar unas cuantas estancias más para conseguir el título de Visitante de la Casa.

Debería estar casi de camino a la cama pero mi compromiso con vosotros y con este blog me obliga a escribiros y deleitaros con un poco de mi arte. Sospecho que estoy incubando un constipado. Noto la garganta un poco seca y durante la mañana he tenido media docena de esos estornudos que encienden las alarmas del misil resfriado. La buena noticia que es que al muela del juicio ha dejado de pelear. Espero que mi condición de roble me haga vencer a las legiones bacterianas aunque el gélido aire acondicionado de RENFE puede que no ayude. Es más, ahora estoy pensando que en vez de recortar en sanidad para ahorrar en presupuesto, deberían recortar en aire acondicionado y ahorrarse unos cuantos resfriados.

Desgraciadamente el famoso vagón silencioso del que tanto habla Jose María Iñigo en la radio, aún no está disponible. Eso pone en riesgo el silencio que espero que haya a las 7:30. No pienso aguantar más niñatos maleducados hasta Haro. Pienso correr al vagón restaurante, pedir un té y arrojarle el agua hirviendo al primero que no respete al resto de pasajeros del coche número dos.

Me noto muchísimo más motivado respecto a la universidad, aquella nefasta semana pasada que empecé con tan mal pie, ha remontado rápidamente y ahora me encuentro haciendo planes, investigando y lleno de fuerzas. Hoy hablaba con una compañera de tren sobre neurociencia, neuropsicología, escuelas con enseñanza libre y prácticas. ¿Os imagináis observar a un grupo de primates durante ocho horas al día? Observando la conducta de los primates, como se pelean entre ellos. Que el sujeto número uno corteje con el sujeto número dos y el sujeto número tres sienta celos por como el sujeto número dos ha dejado de hablarle. Obviamente las dos señoras sentadas a nuestra izquierda han alucinado. Me encanta ese momento en el que hago contacto visual con un desconocido y ambos pensamos lo mismo. La otra señora deseaba que me callara y le dejara leer el Saber vivir pero eran las 2 de la tarde y estaba en horario legal para poder rajar todo lo que quisiera.

Hoy una tercera persona me ha dicho que me voy de vacaciones. Cierto, hago una pequeña “escapadita” pero soy tan responsable y tan buen estudiante, comprometido con el uso eficiente de los recursos que el estado decide invertir en mí, que he decidido llevarme todo el trabajo de universidad a Bilbao. Tengo que llevar a cabo una simulación sobre la importación de un juego de laboratorio para niños y el asunto está alcanzando un guión de película más largo que Star Wars. Tengo seis horas de trayecto hasta las Vascongadas y por tales razones, he decido llevarme entretenimientos tan amenos como los fundamentos de la fiscalidad española. Tengo Choose yourself de James Altucher en el Kindle. Ahí lo dejo.

Esta no es una simple visita a las Vascongadas, es una segunda batalla. Una batalla por ver quién es el más fuerte. Primero me ofrecerán una caña. Seguirán el ritual con un pintxo de tortilla o cualquier otra especialidad típica vasca. Te retarán a tomarte una segunda y si la cosa se alarga quizás una tercera. La tía de Sara cree que aguanto bien el tipo. Eso quiere decir que me estoy labrando el respeto del Norte. Sin embargo, no habrá respeto hasta que me coma una de esas guindillas riojanas que intento venderme el abuelo de Sara.

El jueves vamos de pintxos para hacerme un poco el vasco. El sábado hará exactamente un año que los dos nos escapamos de aquella primera fiesta que la ESN (Erasmus Society Network) de Cork organizó y corrimos a casa como jóvenes adolescentes que hayan hecho algo malo. A propósito, un estudio de la Unión Europea reveló ayer que el 33% de los estudiantes Erasmus había encontrado su pareja estable durante su estancia en el extranjero. Es más, un millón de bebés había nacido desde 1987 a raíz de Orgasmus. 

Ahora estoy en la cama, a oscuras escribiendo con el portátil sobre una de estas cómodas plataformas acolchadas para ponértela en las piernas. Esta goza además de una pequeña lámpara que posiblemente de tanto retorcerla ha dejado de funcionar.
Sin más dilación, me despido de vosotros.

Agur eta bona nit.



lunes, 22 de septiembre de 2014

Toalla suave o toalla que rasca



Acabo de salir de mi primera clase de oratoria y debate. Ha sido una sensación muy extraña. La sensación ha sido parecida a cuando integras un equipo a punto de emprender una aventura de la que no sabes si volverás a ser el mismo al regresar. Acaba de entrar un chino dentro del aula de informática. El mismo chino que ha llegado una hora tarde a la primera sesión y el profesor le ha dedicado un fuerte aplauso. No lo he dicho, estoy en el aula de informática de la biblioteca. Hay unos quince ordenadores en esta sala y hay una especie de microclima tropical asiático que se entremezcla con el polvo acumulado en las aspas de los sistemas de refrigeración de cada ordenador. 

Aprovecho esta hora libre que tengo hasta que llegue la hora de citarme en el tren con otros compañeros para poder escribir un post que sin duda, aspiro a que no sea ni el 10% de lo malo que fue el de ayer. Así pues me he sentado en la biblioteca y como alguien que está haciendo algo a escondidas, he elegido el último ordenador en una esquina. No lo he escogido a propósito, he estado comparando el tamaño de las pantallas. Había pantallas que eran demasiado pequeñas, unas Proview que aún conservan la etiqueta de garantía ecológica de 1999 y que tienen el mismo aspecto que esas televisiones de habitación de hotel que solo tienen el botón de encendido y apagado. Yo he escogido una un poco más grande, una Philips que no lleva ninguna garantía ecológica pero está al lado de un enchufe libre que permite recargar el móvil. 

Esto de fijarme tanto en los detalles no lo he hecho a propósito para meter más paja en el texto. Hoy me he levantado muy observador. Por la mañana (o madrugada si tenemos en cuenta que eran las 6) mientras untaba la mantequilla ATO (hay que consumir productos catalanes dicen), pensaba en lo mucho que me gusta comer pan con mantequilla y mermelada. Más que pensar en lo como me gusta, pensaba en esos segundos que pasan, ese fascinante momento en el que la mantequilla se derrite fruto del calor residual del pan tostado. Después cojo la mermelada de melocotón y unto una capa encima de la mantequilla ya fundida. 

En casa hay dos clases de comensales: los que comen de todo sin preocuparse por si tiene mucha sal o poca sal (o azúcar) porque ya comen equilibrado sin sentirse obligados; los que consumen productos light y mierdas de esas comerciales que solo se creen los que se sienten culpables al comerse una crêpe el sábado por la tarde. Yo pertenezco al primero. Mi hermana y mi padre al segundo y por eso en casa hay mermelada de melocotón light y mermelada de melocotón casera normal y ya está. ¿Por qué os cuento todo esto? Pues no lo sé la verdad, hablaba de los detalles y me he ido por los cerros de Ubeda. Admito que puedo ser un verdadero nazi de la alimentación. Sin embargo si me quiero comer una croissant de chocolate, me lo como.  

Volvamos a la primera sesión de oratoria porque el asunto no tiene desperdicio. Jamás he sentido tanta valentía y vergüenza al mismo tiempo. Cada vez que el profesor pedía dos voluntarios, mi mente dibujaba un león rugiendo al público. Después una ratilla se cruzaba en mi camino y ese león se convertía en nada. ¿Sabéis sobre que tenía ganas que me preguntaran? Sobre mi blog y lo guay que es para mí escribir. A mí me encanta escribir y animar a la gente a que como yo empiece a escribir. Por eso quería hablar de ello y convencer a la gente para que empezara. Definitivamente si he de exponer un tema, empezar un blog será uno de los candidatos. 

Sobre la metáfora del león y el ratón (que la debo haber sacado de algún dibujo animado que vería durante mi pre-adolescencia), he visto a gente realmente capaz y que me hacen mucha sombra. Hay una chica que habla inglés y francés, se defiende en chino y en alemán, ha trabajado de repostera y camarera y su único problema es que tiene vergüenza. Hemos tenido que hablar con otro compañero para poder conocerlo mejor y después venderlo al público y convencer a este para que lo contraten. Desde luego, no me ha tocado el mejor candidato. Os  prometo que he intentado darle juego pero desde luego el a mí no. Si liga igual que habla, apaga y vámonos. Bueno algo en claro sí he sacado de él, le encanta la pasta pero bien seguro os digo que no tiene ni idea de qué hacer con su vida (Ya está aquí el tipo seguro y decidido que escribe). Yo por el contrario, le he explicado todas las cosas guays que envuelven mi vida. ¡Le he explicado lo mucho que me gusta viajar y no le ha importado una mierda! Lo he llevado al terreno de las aficiones y no se ha interesado ni en lo más mínimo por mi tiempo libre. Me habría gustado explicarle lo apasionante que es mi afición de disecar cucarachas. 

Han hecho dos debates de treinta segundos por turno y el tema ha sido escogido al azar. La gente propone temas demasiado serios y demasiado tensos sobre los que hablar: el aborto (seriously?? ). Sin duda me he inclinado por temas mucho más entretenidos a debatir como ahora: toalla suave o toalla que rasque; calzoncillo bóxer o slip. Desde luego yo me inclino más por la toalla que rasca. Es la que seca y la que consigue retirar todas las posibles impurezas (roña para los menos finos) de la piel que hayan podido quedar después de la ducha. La toalla suave por el contrario, es suave. Sin más, ni seca, ni limpia ni hace nada.
Sobre el tema de calzoncillos. Yo habría preferido introducir el calzoncillo de Tipo abuelo contra el bóxer. Prefiero esta otra modalidad por que el calzoncillo slip ha perdido mucho terreno, todo el mundo sabe que es muy incómodo y puede pellizcarte cosas que no son la piel. Yo llevo los de abuelo porque a) están de moda, b) son cómodos y tengo la sensación de ir libre c) a Sara le gustan más. 

Yo soy el de la derecha (de verdad)

No me quiero extender mucho más. Sorprendentemente este post acaba de superar las mil palabras y creo que me merezco una ovación frente a tal estupendo post sobre la preferencia por la toalla que rasca y los calzoncillos de abuelo frente a la toalla suave y los bóxer que tiran de algunos sitios. 

Seguiremos informando sobre mi progreso dentro del mundo de la oratoria y desde luego prometo que el lunes que viene os regalaré una historia sobre mi intervención oral. 

Y vosotros qué preferís ¿Toalla suave o toalla seca? ¿Calzoncillo de abuelo o bóxer? ¿Aún usáis slip

¡Mucho ánimo con vuestras aventuras!

domingo, 21 de septiembre de 2014

Una mierda de post como tal

No voy bien así. Parece que aún no he cambiado el chip de verano trabajador a estudiante universitario a punto de salir a la jungla. He tardado todo el día en hacer un ejercicio para entregar mañana por la mañana. Desde luego los aspectos relacionados con la planificación y la ejecución de estos he de pulirlos. Mi irresponsabilidad ha llegado a tal punto que ayer noche fui a dormir a las 5:30 teniendo en la agenda varias celdas temporales ocupadas para el día de hoy en la agenda.

A decir verdad, si anoche no volví a casa antes fue porque no me dio al real gana. Miento, me tenía que ir solo andando y no es que me diera miedo pero si un inmenso palo. No tenía ni auriculares. Tuve que aguantar una música bastante rara que y que además me hicieron testigo de su izquierdismo radical. Hacía calor. Mucho. Dentro de aquella carpa debía de haberse estado formando un efecto invernadero durante toda la noche. Lo mejor de la noche sin duda fue la cena en la que en la mesa se pudo distinguir un sector parejil distinguido y con más clase que pagaba a medias y un sector heterogéneo, soltero en el que me encuentro porque mi novia está lejos y entonces no tengo derecho a estar dentro del otro grupo.

Hay parejas que me repatean el hígado con su comportamiento. Por alguna razón que aún desconozco hay algunas parejas que se atribuyen a sí mismas el derecho de decidir quién es digno y quien no de gozar con ellos de una magnifica velada junto a ellos. Ahora que somos pareja, somos más chic, bebemos vino y vamos a restaurantes más caros. Tú, soltero que bebes Estrella Damm y cenas kebab con el resto de tus otros indignos amigos solterones, no te mereces compartir las risas que nosotros provocamos en la mesa.
Quizás yo soy el raro, pero a mí me gusta compartir un buen plato de patatas bravas tanto con solteros como con otras  parejas. Quizás sea raro o es que estos días he visto demasiados capítulos de Friends. Yo me veo como Chandler y Mónica, más guapo y más gracioso que él. Me encanta salir de parrandeo con las amigas chicarronas del Norte de Sara y me gusta que lo haga ella con mis antipopulares amigos catalanes.

Hay otro tipo de pareja, que no es capaz de despegarse el uno del otro y si uno no sale de parranda nocturna, el otro tampoco. Estas decisiones hay que respetarlas porque estamos en tiempos en los que hay que respetarlo todo. Sin embargo me parece una soberana estupidez.

Tengo la cabeza de un espesor parecido al del turrón de almendra y este post es probablemente el peor que he escrito. Los días han sido muy ajetreado y veo como que ese flow del que hablaba antaño para escribir, no lo estoy utilizando para escribir cuando siento que lo tengo.


Os prometo mejorar a partir de ya. 

viernes, 19 de septiembre de 2014

Disney y chocolate

Disney y chocolate. Es lo que dice Sara que necesita ahora mismo. Quién lo iba a decir de mí, alguien que nunca se queja de la universidad, pues lo voy a decir: por fin es viernes. La primera semana de universidad no ha comenzado tan bien como esperaba. De pasar a estar un año levantándose a las nueve para ir a la universidad andando en solo diez minutos a tener que levantarse a las 6 de la mañana para entrar a las 8:30 ha sido un gran shock temporal. Por decirlo de alguna forma científica, tengo un jet lag de colchón. A más a más tuve que lidiar con varios desafortunados eventos: la caída de un rayo en la catenaria de la estación me dejó tirado en la estación durante dos horas; la batalla por ver quien se matriculaba antes en el curso de francés hizo que me pasara media mañana fuera. Finalmente y para ponerle el acento a la “i” en Grandísima mierda de universidad, tuve que lidiar con algún que otro profe desagradable cuyo contenido no sirve ni para hacer compostaje.

Después de esta crítica sobre la calidad educativa de mi maravillosa universidad y la medición del Índice de Fortuna Diaria (concepto que obviamente me acabo de inventar), puedo decir que los días han mejorado sustancialmente. He visto crecer el atractivo de las asignaturas y mis nuevos compañeros de clase son bastante majetes (además de listos). El simple hecho de tener mis clases en inglés le ha añadido cierto punto extra de diversión a estas y he de admitir que no esperaba tal calidad de acentos en los profesores. El grupo en el que estoy este año recibe todo tipo de mimos: Un aula con aire acondicionado y asientos acolchados; mesas espaciosas y un Wi-Fi de plena cobertura. Además hoy he sabido que para la graduación, gozaremos de una orla privada. Como decía, las aulas no tienen que ver con aquellas anticuadas y agrietadas aulas en las sin ningún tipo de problema se podría haber grabado Clase del 66. Y qué hablar de esas mesas en las que a duras penas te cabía una libreta y debías tener sumo cuidado al levantarte de la silla para no tirar ninguna de las cosas del compañero o compañera de al lado.

He abandonado el blog durante varios días (tres para ser concretos). Días durante los cuales un guardia republicano iraní me ha dado latigazos mentales que decían entre latigazo y latigazo “escribe, escribe, escribe” pero yo había tenido unos días tan agotadores y frustrantes que lo único que me apetecía era dormir, comer Nutella y ver Friends. Ahora he vuelto. He vuelto para quedarme. La universidad me está absorbiendo un tiempo verdaderamente valioso y cumplir con mis objetivos blogueros no va a ser tan fácil como yo había supuesto.

Ayer fui a correr por primera vez desde junio. Me sentí muy bien porque conseguí despejarme del agobio escolar que tenía a raíz de los primeros días. Aun así también pude comprobar cuan baja estaba mi forma en comparación a los mayorcitos de +40 que corren por el paseo. Estos mayorcitos (y mayorcitas) de los que hablo parece que huyan de la muerte. Tienen unos niveles de motivación muy altos y sin duda también un afán de superación sin límites. Vi una mujer luchando casi a punto de desplomarse por llegar a su meta personal y finalmente descansar (menudo mindundi estaba hecho a su lado). Otra cosa que se ha puesto muy de moda es el patinete que increíblemente ha vuelto a las calles y ahora veo a mujeres con sus 35 años en la espalda con la fiambrera de Varila colgando del manillar y recorriendo los pasillos de la estación de Sants a contrareloj para alcanzar el metro a falta de 39,..38,..37 segundos.

La semana que viene ya me voy a Bilbao. Ya me esperan planes, muchos planes. Más me vale aprovechar este fin de semana para correr porque ahí arriba me quieren engordar y vender para navidad. Saben qué es bueno y qué no… ya me quieren llevar de pintxo pote el jueves. Estamos preparando además una reunión de Erasmus en Bilbao y solo imaginar a Miguel criticando a la sidra vasca me parto en tres la caja torácica.

Finalmente y acabo con este post cutre salchichero, el domingo empiezan series: Madam Secretery. Mis dudas sobre esta serie siguen pero recién descubrí que Morgan Freeman participa en la serie como productor ejecutivo. Este descubrimiento incrementó levemente mis esperanzas en ella. El lunes haré mi valoración final. Por último quiero comentar lo bien que estoy leyendo en el tren. Allí me encuentro en una paz tan estupenda que estoy a punto de empezar uno de los libros nuevos que me compré hace poco. Aún no me he decidido entre leerme otra de las grandes obras de Franzen: Libertad o comenzar El psicoanalista de John Katzenbach.

Os dejo sin nada más que comentar al respecto. Me he hecho un improvisado (y asqueroso) batido de melocotón sin pelar. Escocia ha votado No a la independencia; Catalunya sigue adelante con su consulta, celebrándolo como si no supieran que el martes la consulta estará (desgraciadamente) paralizada.


Nos vemos pronto, aquí en este estupendo blog. 

lunes, 15 de septiembre de 2014

Entre ser novato y ser veterano

Hoy ha sido un día extraño. He vuelto a analizar a cada uno de los pasajeros que se sentaban junto a mí en el tren y leído las portadas de sus libros. He intentado identificar caras conocidas de años anteriores y pasajeros frecuentes. He encontrado dos. Un hombre con cierta obsesión por los animales en las corbatas. Hoy llevaba una azul marino con pececitos rojos. A juzgar por su indumentaria tiene pinta de estar escalando posiciones dentro del departamento de ventas u operaciones. Me ha sorprendido encontrarme a un hombre que solía sentarse a mi lado. Nunca nos hablábamos pero si me veía, se sentaba a mi lado. Delgado y con gafas. Estilo sencillo y definitivamente tenía que estar trabajando en investigación porque tenía cara de listo.

Volver a mi roñosa, ruinosa y decimonónica facultad de economía después de un año ha sido emocionante pero a la par un poco frustrante o quizás también deprimente. Te vas un año y algunos apenas te recuerdan o ni te saludan (definitivamente no les marqué lo suficiente durante los dos años anteriores). Me he sentido como si hubiera estado en un centro de reinserción y después de un año, me hubieran dejado en libertad y hubiera vuelto al mismo barrio donde vivía. Realmente no me puedo quejar del todo, en mi primera clase he conocido a un chico que está en mi misma situación, un ex-erasmus perdido y con un hambre feroz de nuevas experiencias. En la cafetería todo estaba cambiando. Incluso el mobiliario que tenía un aspecto de Wok construido con muebles de Ikea. Lo que no ha cambiado es la mierda de secretaria que sigue dando problemas. Una me ha llamado “nene”. Odio que me llamen “nene” ¿Qué mierda de confianzas son esas?

Voy a apuntarme a un curso de oratoria, expresión escrita y debate. Me falta un crédito para cuadrar mi expediente y he creído conveniente apuntarme a este. Quizás me ayude a desarrollar mejor mis ideas en público y teniendo en cuenta que este semestre tendré que hacer montones y montones de exposiciones orales, el curso será muy beneficioso. Quizás también lo notéis en la calidad literaria del blog.

Por otro lado he visto algunos compañeros míos de clase que han estado trabajando este verano y eso me ha hecho entrarme ganas de querer empezar pronto mis prácticas. En los próximos días tendré que llevar a cabo una intensiva estrategia de relaciones sociales en clase con tal de no quedarme arrinconado. Este fin de semana puede que me vaya de mochileo por los Pirineos aunque todavía no hay nada confirmado. La semana sí que hago la mochila, cojo el Alvia y cruzo de nuevo el desierto de los Monegros para adentrarme en las Vascongadas.


Sin nada más que decir, me despido estupendos y fieles lectores. Aquellos que hoy disfrutaban de la playa durante el mediodía, os deseo un resfriado y mucha lluvia durante la mañana. 

domingo, 14 de septiembre de 2014

Vigilia de universidad y mi nueva habilidad para empatizar

Aix…domingos, cuan diferentes son los domingos de verano de los domingos de cole. Aquí en las calles parece que se haya muerto alguien. Están desérticas. Estamos en vísperas de comenzar la universidad o el colegio para aquellos que aún disfrutan de la infancia. El tiempo tampoco acompaña, está nublado y escribo en el comedor a oscuras como un periodista profesional iluminado únicamente por la luz de la pantalla del ordenador mientras escribe a hurtadillas su próxima exclusiva. Aún he de comprar material de clase, me encanta comprar material de clase porque representa el inicio de nuevas rutinas y compromiso con mis tareas aunque después se desvanezcan. Este año me niego a consumir el horrible café de la cafetería de la universidad. De hecho, cualquier persona que beba café cada mañana, sabe que eso no es café, es más bien barro.

Estos últimos días he estado dando muchos consejos. Últimamente me siento más empático con la gente. La gente viene a mí y me explica cosas y los veo igual que yo: perdidos y hechos un mar de dudas. ¿Y quién soy yo para dar consejos? Pues nadie pero estoy motivado y tengo unas ganas enormes de tirar hacia delante. Les doy consejos sobre qué podrían hacer para intentar deshacer este mar de dudas.

Por ejemplo una antigua compañera de clase está asustada sobre su futuro. Quiere conseguir unas prácticas y hay pocas plazas. De  hecho, le atrae principalmente una empresa. Me estuvo comentado las razones por las que se sentía tan interesada por esa empresa y sin embargo teme que con tan poca experiencia, se vayan a reír en su blanca cara. Le he aconsejado que cogiera esas mismas razones que me ha explicado a mí y las utilice para redactar una buena carta de motivación. Sin duda si utiliza las mismas palabras que ha utilizado conmigo, conseguirá llamar la atención del departamento de recursos humanos.

Otro compañero de clase no está pasando por un buen momento, tanto amoroso como académico. No le gusta la carrera que está haciendo. Asumámoslo, Administración y Dirección de Empresas es un grandísimo truño y solo puedes aguantarla si después de un año o dos, consigues encontrar una motivación en ella. A principios de este año pasé por una crisis existencial. Quería dedicar mis esfuerzos al campo de las finanzas porque pensaba que era el único que me haría rico y me llevaría al éxito. Durante una clase de dirección financiera me di cuenta de lo mucho que me aburría en ella. No sabía a donde iba, qué iba a hacer e incluso pasé por un career advisor. Mil y una veces se me han presentado pruebas que lo que a mí me va es un ambiente internacional, con viajes, dirección, responsabilidad, planificación y DAR ORDENES. Por eso me gusta Kevin Spacey. Volvamos a mí amigo. Le he recomendado que busque, que busque algo que le llame la atención y vaya a por ello. Todos deberíamos encontrar nuestro Proyecto Grande y Loco para motivarnos.

A Sara también la he motivado a buscar su camino. Últimamente está desarrollando su vena más creativa. Está inmersa en su proyecto de video. Me encanta está fotografía porque aparece haciendo una de las cosas que más le gusta: grabar videos. Tiene un perfil especialmente sexy en esta imagen. Puedo percibir la línea de los labios que tanto me gustan o el pelo moreno que le cae por la espalda. Sara es la segunda persona a la que le aconsejo empezar un blog. Ella está convencida que se expresa realmente mal de forma escrita pero la única forma de mejorar es escribiendo.

La princesa vasca concentrada mientras graba el skyline barcelonino

¿Y quién cuida de mí? Pues Sara con sus palabras de ánimo. Ella es quien me motiva cuando más lo necesito. Me encanta darle mi apoyo. Esta mañana he estado media mañana estrujándome el cerebro intentando sacar lo mejor de mí para escribirle a Iberdrola una buena carta de motivación.

Hoy todo el mundo se recoge pronto, algunos deben tener la mochila preparada, otros no. Algunos estrenan estuche. Yo ya hace años que no tengo estuche. De hecho mi Deuter tiene un bolsillo para bolígrafos. Me encanta mi mochila porque tiene muchísimo espacio y con ella he viajado a muchísimos lugares. Incluso se ha hundido en barro conmigo.
Os dejo, mañana veré al repartidor del periódico hacer carrera conmigo mientras bajo hacia la estación de tren; compartiré camino con aquellos otros miembros del Renfe Club. Ojo al dato porque tengo nuevo compañero de viaje en el tren, un viejo amigo de instituto que comienza mañana sus prácticas en ginecología. Le he dicho que ante todo lleve guantes.

Sara también comienza sus prácticas mañana. Mucha suerte.


Al resto, espero que tengáis también un estupendo día. Hacer campana el primer día no está éticamente permitido. Podéis hacerla el martes. Gracias por su atención. 

sábado, 13 de septiembre de 2014

Ser solidario por un día

Hoy ha sido un día muy completo. Acabo de escuchar el último podcasts de James Altucher quien afirma que es más satisfactorio escribir I-did Lists que no To-do Lists porque al hacer la segunda, nos frustramos al no completarla. Así que yo haré lo mismo y sacaré pecho con todas las cosas que he hecho.

Para empezar me he levantado a las 6:50 de la mañana un sábado por la mañana ¡Un sábado! Como ya había comentado hace dos días, me había apuntado de voluntario a una carrera solidaria con el objetivo de recaudar fondos para un niño llamado Pol. Aprovecho la gran cantidad de tráfico que tiene mi blog para dar a conocer su caso. Con el estómago lleno, mi vestimenta de falso runner y una ilusión máxima, me he plantado a las 7:57 en la playa. Me he encontrado a un hombre catalán hablando con acento vasco y lo he ayudado a montar todo el tinglado, he cargado 150 botellas de agua y otras 150 de Powerade y nos hemos ido a montar el avituallamiento de agua.

Entre tres docenas y media de mocas, hemos preparado toda la bebida. He visto muchísima gente correr, algunos lo llevaban mejor, otros no tanto, pero la intención es lo que cuenta, al menos eso dicen. Sin embargo, yo soy de los que piensa que esa frase es solo una consolación para las primeras veces. Hay que ir siempre a por el máximo. La edad de la mayoría de corredores rondaba los 35-55 años, una edad que desde hace unos pocos años es la que frecuenta los paseos y las playas a cualquier hora. Los que tienen más valor lo hacen por la mañana muy temprano, los que tienen aún más y más valor, lo hacen en las horas en las que pega más el sol y los que aún les queda fuerza de voluntad, salen al volver del trabajo por la tarde al atardecer. He visto abuelos que tranquilamente tendrían 70 años largos y podrían aparentar 60. Mi deseo es que pueda mantenerme al menos la mitad de bien que esos ancianos.

Me costó decidirme entre apuntarme como voluntario o no. Jamás había participado en un evento de este tipo y sentía vergüenza al no conocer a nadie de la organización dentro del evento. Recordé uno de los consejos que me dio un test de aptitud (“Alguna vez prueba a llegar hasta el final de tus objetivos) y me apunté. Probablemente habría estado más emocionante si hubiera participado en la carrera, pero ni siquiera para correr 6 quilómetros estaba preparado (pero sí que lo estoy para hacer 3. Ahora ya puedes reírte). Me ha encantado participar porque aunque no me conocieran de nada, me han tratado como si hubiera estado con ellos desde el primer día. Incluso me he llegado a sentir como si hubiera hecho algo muy grande (y de hecho todos lo hemos hecho) al salir en una foto con todo el equipo.

Mi gesto solidario no es de las únicas cosas que puedo añadir a mi I-did List de hoy porque apenas he descansado en casa 2 horas para después darme un chapuzón (posiblemente el último de verano) en la playa y después darnos un atracón de galletas tanto dulces como saladas y jugar al Uno hasta que ha anochecido. Hacía tiempo que no congeniaba tan bien con algunas de las personas que se encontraban conmigo hoy. Quizás es el efecto pareja que te permite hablar de temas exclusivos que no puedes hablar con otros.

El lunes comenzamos, hoy nos vamos de farra (lo añado a mí I-did List) y mañana será obligatorio aprovechar el último día antes del inicio de nuestra rutina. Volvemos a la capital catalana.

Ah sí, olvidaba añadir algo a la lista: he escrito en el blog.

Paz para todos. 

viernes, 12 de septiembre de 2014

He vuelto a fallar: cumple con tus hábitos

Hoy ya es viernes, ya no vale la pena, se están formando nubarrones en la montaña… ¿Os suenan este tipo de pensamientos? No seas mentiroso. Son excusas para no hacer algo que te habías propuesto hacer. En mi caso salir a hacer deporte. Soy absolutamente terrible, esto pesará sobre mi conciencia durante todo el fin de semana (pese y que para quitar peso a mi conciencia he estado haciendo unos cuantos ejercicios de mierda en casa).

El martes anuncié mentalmente mi vuelta a la vida sana y hacer dos días a la semana de running o bici. El martes fallé. Tenía tantas cosas que hacer y tanto de lo que ponerme al día que se me fue el santo al cielo. Entonces me autoconvencí que lo haría al día siguiente. Mentira. El Miercoles tenía un Skype con un amigo de Benny y después había quedado. El jueves tenía una reunión a las nueve y un Skype con Sara a las diez. Y de ahí llegamos a viernes, absolutamente convencidos, sin nada que entorpezca mi horario. Cuando parecía suficientemente motivado para cambiarme de ropa, me he tirado veinte minutos intentando transferir varios podcasts de mi queridísimo James Altucher. Para mi sorpresa, como todos los americanos, todo lo hacen en honor a Apple y sus podcasts solo se pueden reproducir con Itunes. Así pues he de encontrar la forma de convertirlos. Entonces he mirado por la ventana y he visto unos nubarrones en la montaña. He comenzado a dudar de la viabilidad de mi plan deportista y finalmente he pensado “Qué más da, la semana ya ha acabado, mejor empieza el lunes”. El lunes no falla, porque si el lunes fallo, voy a daros un euro a cada uno que me escupa en la cara. El lunes empieza todo y por lo tanto, ha de empezar de nuevo mi estupendo ritmo de vida sana que seguía en Cork. He decidido que haré dos días a la semana: un día de bicicleta y otro día corriendo. Los días en bici escuchando a James y los días de running escuchando una de las maravillosas listas de Spotify.

Mi problema de conciencia no es con el deporte, es con el hecho de no hacer lo que he dicho el día antes que haría. Además luego tengo la cabeza espesa por no haber salido de casa. Necesito salir de casa un rato cada día para ver un poco de vida. Ahora yo me siento en la terraza a leer y ya está, tomo el aire. Mañana participo como voluntario en una carrera solidaria (y no has ido a hacer deporte el día anterior, todos lo sabrán) y veré a todo esa gente corriendo y me motivarán y me dirán: Tú también puedes hacerlo.

¿Cómo hago para comprometerme con mis hábitos?



¿Cuántas veces se nos ha plantado en nuestras narices esa gruesa pared llamada pereza? Tírala a bajo como si estuviera hecha de cartón. Sal ahí fuera y haz lo que sea que tenías en mente hacer. Comprométete con tus hábitos y si hace falta recurre a alguna app que te recuerde tu compromiso cada día. Si eres Apple citizen Commit te la comerá bién. Vaya chistaco. Lift es menos racista y le van tanto los negros como los blancos (Android o Apple para quien no haya pillado la bromita). No te rindas y si te rindes vuelve a intentarlo. Tener estos hábitos extrarutinarios son estupendos para despejar la cabeza y darle a tu cabeza un soplo de aire fresco. Te lo dice uno que hasta hace un año hacía poco más que andar y acabó levantándose a las siete de la mañana dejando a una vasca en la cama para ir a correr. Esto va para los que son como yo: un crack. I am joking again, para estudiantes. Cuando veas que no te entra nada más en la cabeza,  sal a dar un paseo, correr, bici, pasear al perro (o en su defecto: gato, hurón, etc) durante una hora, lo que sea pero SAL.

Sara me acaba de llamar vago (en mayúsculas) vía Whatsapp, que deprimente.


¿Y tú? ¿Has intentado comprometerte con algún hábito y has sido fiel a él? ¿Cómo lo has hecho?

jueves, 11 de septiembre de 2014

Y ahora le toca al ajedrez

De pequeño mi padre nunca me intentó inculcar ningún tipo de afición. Es más muchas veces para él, cualquier cosa que requiriera comprar algo o una inversión en tiempo, era una chorrada. Volar una cometa era una chorrada; hacer un puzle era una chorrada y así hasta incluso los deportes. Ha sido durante estos últimos años, con la cabeza mucho más amueblada cuando he comenzado a sentir interés por diferentes actividades que no fueran: salir con los amigos, ir de fiesta, navegar por internet o ver la tele. Hace cuatro años por ejemplo, comencé a interesarme por la simulación aérea o leer blogs de Erasmus (así fue como acabé creando el mío) y viajes (lo que despertó aún más mi sed viajera). Después comencé a leer más y me aficioné también con las series. Me fui a estudiar al extranjero y conocí a más gente curiosa como yo. Me comencé a interesar por la actualidad geopolítica y económica.  Entonces volví a casa y llegamos hasta aquí, el blogging.

Hace unos meses mientras ayudaba a mi madre en la cocina estuve escuchando a un tipo en la radio, un tal Leontxo, un periodista especializado en el ajedrez. Sí, hay gente especializada en eso. Al parecer el tipo también es jugador de ajedrez y actualmente enseña a jugar a niños. Durante su aparición en radio, estuvo hablando de los numerosos beneficios que tiene este juego (aparentemente para nerds) en la mente tanto de niños como de adultos. Durante la tarde de ese mismo día, estuve haciendo un poco de investigación para leer un poco más sobre los beneficios de los que hablaba y entonces llegué a una única conclusión: ¿Por qué no había aprendido antes a jugar al ajedrez?

¿Deberíamos jugar todos al ajedrez? Pues probablemente sí. Si lo que quieres es mejorar tu rendimiento tanto en tu vida diaria como en la profesional o académica. El ajedrez tiene numerosos beneficios en aspectos tan claves como la estrategia, la planificación o el análisis.

Para empezar, este juego te hace más listo. No lo digo yo, lo dicen varios expertos los cuales no os aburriré en mencionar pero si os aburriré resumiendo qué dicen. Según estos tipos de bata blanca, aquellos que participaron en sus inocentes estudios mejoraron en campos como la lectura, la creatividad, la toma de decisiones bajo presión, la memoria o las matemáticas. Las notas de estos estudiantes mejoraron así como las decisiones que tomaban. Así pues, si juegas al ajedrez, es muy probable que tus probabilidades de aprobar historia aumenten. Por otro lado, el ajedrez no solo tiene beneficios a nivel intelectual, sino que también los tiene a nivel de salud mental. Si mi amigo José hubiera sabido, que al igual que el té verde, el ajedrez también ayuda contra el Alzheimer, probablemente ahora mismo estaría jugando a él.

Sin embargo, lo que más ha hecho llamar mi atención por este juego, es la basta relación que tiene con la planificación, el análisis de problemas, el razonamiento o la toma de decisiones bajo presión. Habilidades muy relacionadas con mis estudios.

Lo único que sé, es que hay piezas blancas y negras ¿Cómo empiezo?

¿Quién no ha pensado (o mejor, aún piensa) que el ajedrez es un juego súper nerd? Hasta yo lo pensaba durante esa época tan insegura que es la adolescencia. De pequeño mi madre me regaló un tablero de ajedrez (o quizás fue mi tío, no lo recuerdo demasiado bien) y jugué durante un tiempo. También me regaló un libro de ajedrez para niños (Jaque mate en la ciudad del ajedrez de Piers Harper) pero jamás me lo acabé de leer. Nunca he jugado demasiado bien, más bien, he de reconocer que no se jugar y mi estrategia de atacar únicamente por el extremo derecho o izquierdo debe ser pésima.

Esta mañana, después de casi una hora de investigación matinal en busca de un libro con el que poder iniciarse en este deporte, he dado con uno y solo uno. Solo quiero hablar de uno porque a la gente no le gusta tener que coger un poco de aquí y un poco de allá. He estado leyendo un montón de discusiones en blogs de ajedrez, clubs de ajedrez y un montón de páginas que acaban en ajedrez. ¿Al final sabéis con qué me he quedado? Con Yahoo Answers: Tratado General del Ajedrez. I: Rudimentos  de Roberto Grau. Es perfecto. No tiene misterios y si queréis empezar como voy a empezar yo, este es el libro. Es claro, ameno, básico y lo importante: ENSEÑA. He leído un poco por encima y es la pera limonera. Antes continuar, he de decir que os he engañado. Un tratado tiene tomos y como tal, este tiene cuatro. De básico hasta avanzado. ¿Quién soy yo para considerar si un tomo es básico o avanzado? Pues nadie, pero lo hago. Por orden de tomos: Rudimentos, táctica, conformación de peones y estrategia superior.




Aprender a jugar al ajedrez mediante la lectura puede parecer a algunos tan aburrido como aprender a cocinar con un libro de recetas. Una imagen vale más que mil palabras y por esa razón tengo un Plan B. Después de investigar un poco más más sobre Leontxo, descubrí que era (y es) un crack del ajedrez que en la actualidad analiza y comenta las partidas de ajedrez de todo el mundo. De casualidad encontré una serie suya dedicada a enseñar este deporte y debo decir que lo explica genial. No os asustéis por la calidad de la imagen estilo cinta de orientación de la Iniciativa Dharma, es así.




Puede que 21 años sea un poco tarde para iniciarme en el ajedrez pero supongo que nunca es tarde para empezar si lo que uno quiere es conseguir sus beneficios.
Esta ha sido mi primera semana (y última) de vacaciones antes de empezar la universidad. Estoy satisfecho con la productividad que le estoy sacando. A día de hoy, estoy al día con mi circulo blogueril; estoy listo para afrontar mis desafíos académicos y profesionales y he comenzado la odisea tarea de conseguir una empresa que me quiera para hacer prácticas ya sea en Bilbao como en Barcelona. Este fin de semana además, voy a participar de voluntario en una carrera solidaria. Ahí es ná.


Ayer tomando algo con mis amigos, me dijeron que desde que estoy con Sara, me ven más cercano y afable.  

martes, 9 de septiembre de 2014

Por qué House of Cards y mi apuesta seriéfila de otoño

No hay duda que septiembre es sinónimo de volver a poner en marcha las máquinas. El país entero se paraliza durante agosto pero ahora todo comienza a rodar de nuevo. Yo mismo hago los últimos preparativos antes de empezar este último curso y después de los problemas con mi matriculación fruto de la incompetencia burocrática de la universidad, mis notas comienzan a publicarse en mi expediente. Me encanta septiembre, tengo una amiga que lo odia porque significa el comienzo del estudio. Sin embargo yo pienso que tampoco es tan terrible. La vida de estudiante es estupenda y para aquellos que son como mi amiga y odian septiembre, hoy se han publicado una serie de malos, malísimos datos sobre España. Para comenzar, España triplica la media de titulados superiores en paro; ocho de cada diez jóvenes de hasta treinta años viven aún en casa; somos el país europeo con más ninis.

Todo y lo que he mencionado, yo voy motivado para este año. Si hago bien las cosas será un buen año y la motivación es clave en estos tiempos para no caer en la frustración. Reencontrarme con mis compañeros de clase, ver a la camarera con voz porno del bar Versalles o la italiana de la copistería Alfambra no son mis únicas alegrías. No solo porque la mitad de mis compañeros de clase se han largado de Erasmus a algún otro país con mejores oportunidades que este en el que vivimos, sino porque todo empieza de nuevo: en septiembre vuelven las series de televisión.

En verano he estado viendo Friends (a insistencia de Sara). Esta ya hace tiempo que acabó aunque hace tan solo dos semanas se juntaron en el show de Jimmy Kimmel (aqueldonde se juega con la infancia de los niños robándoles los caramelos de Halloween a los niños). Ahí sigo con Friends encantado de la vida. Aun así, más series vuelven en septiembre, otras nacen y otras que vuelven para acabar muriendo.

Ya llega, ya está aquí. La cuarta temporada de Homeland está a punto de salir del horno (el 5 de octubre) y aunque la tercera temporada me dejó un sabor de boca un tanto similar al sabor que me dejó el sushi la primera vez que lo probé, espero esta temporada con ansias. No con tantas ansias como espero a mi querido Kevin Spacey en House of Cards quien no se dignará a visitar mi pantalla hasta febrero del 2015. Volvamos a Homeland pues algo me dice que a menos que cambien las cosas, la serie verá su final en la quinta temporada y la supermamá Mathison nos dirá bye bye y hasta otro ratito. Cary Stoll (de House of Cards) sale en esta nueva temporada.

¿Por qué deberías ver House of Cards si no la estás viendo ya?

Fácil respuesta. Porque el protagoniza es Kevin Spacey. Si el papel fuera interpretado por Richard Gere o Harrison Ford, no sería igual de buena ¿Por qué? Porque no tienen el mismo flow que tiene Kevin. Él sabe cómo entablar el papel de un político ambicioso. Es más te voy a dar más de una razón: la serie tiene giros y giros inesperados de guión y golpes tan radicales que te dejarán más loco que la boda roja de Game of Thrones. A más a más, la ambición, traición y el odio que hay entre cada uno de los protagonistas, hace de ellos piezas imprescindibles en la serie. El inglés de Kevin es awesome (en mi opinión un crimen doblarlo aunque hay que respetarlo todo) y su mujer Claire (Robin Wright) es fría, calculadora y casi tan femme fatale como lo es Christina Gallagher (Kristen Connolly). ¿Quieres más razones? Está bien, mi madre la ve y ya conozco otros padres que lo hacen.
 Mi última y esta debería ser una razón suficiente para todos aquellos impacientes incapaces de esperar una semana para ver el capítulo siguiente: la serie es producida por Netflix y estrena la temporada entera en un solo día. Así pues no hay esperas que valgan.

Volviendo al trapo seriéfilo, he estado repasando la crónica de El País de cara a otras series que vuelven en otoño y otras que nacen. He añadido a mi lista de series para evaluar The Good Wife y Boardwalk Empire. Estas ya llevan varias temporadas en pantalla. Me encantan los dramas y me encantan las series que mezclan sexo, amor, ambición, traición y venganza. De hecho Boardwalk Empire junto con mi ya mil y una veces mencionada House of Cards y Homeland conforman las tres series preferidas del presidente Obama, ahí es ná. The Good Wife y Boardwalk Empire tratan de corrupción aunque hay grandes diferencias entre una y otra. La primera narra la vida de la mujer de un político corrupto y como esta se hace cargo de una familia constantemente asediada por la mala prensa que está recibiendo el marido. La segunda serie que he mencionado ambienta la Atlantic City en plena ley seca.


Finalmente, de la lista de series que se estrenan en septiembre, me he quedado con dos. Una de ellas huele bien, la otra no tanto pero quiero probarla. Gotham tiene sus orígenes en el cómic (como todo lo que hay en el cine hoy en día) y narra los orígenes de Batman así como el de villanos como Catwoman (y otros más). Sin duda el tráiler pinta muy bien y ha sido un factor decisivo para apuntarla a mi lista de evaluación. El otro estreno del que no estoy tan convencido de su éxito es Madame Secretary. De hecho la he elegido por su aroma a drama. La serie narra la vida de una mujer al mando de la Secretaria de Estado y como compagina su trabajo con la familia. Como curiosidad a destacar, en la serie participa quien interpretaba (o interpreta, no quiero spoilear a nadie) a Lucas en mi amada serie con Kevin Spacey. Sin duda puede que sea un truño indigerible y por esa razón será de las primeras series en ver para dar mi veredicto.






Resumiendo: Gotham, Homeland, Madame Secretary, The Good Wife y Boardwalk Empire constituyen mi apuesta otoñal. El tiempo y mi disponibilidad horaria harán el resto. Aún he de ponerme al día con muchos otros asuntos como el ajedrez, James Altucher o Rafael Fernández Ezcritor y la universidad. Me quedan 5 días. Voy a apuntarme a un curso de oratoria y debate en la universidad aunque ya os contaré más otro día.

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domingo, 7 de septiembre de 2014

Las tres Bs para comer en Barcelona

A poco menos de cincuenta minutos para que Sara llegue a la acogedora, gastronómica, feroz y lluviosa Bilbao, yo estoy para el arrastre en el sofá de casa. Después de siete días de calor, caminatas, metros y paseos nocturnos, aquí me encuentro de vuelta. Sara se ha ido. Ha sido una gran semana, agotadora y en la que he llegado a odiar la ciudad en la que vivo la mayor parte del día. Sara venía con ganas de ver cosas catalanas y desde luego, las únicas palabras que ha escuchado en catalán han sido las mías y las de la chica de Human bodies. Una Barcelona tomada por turistas es lo que nos hemos encontrado. No es ningún secreto que los ciudadanos de la capital catalana rehúyen el centro de Barcelona y solo lo pisan en contadas ocasiones como en navidades o Sant Jordi. Una de las cosas que me propuse antes de que llegara Sara, fue no caer en las decenas y decenas de trampas para turistas que existen en Barcelona a la hora de comer. Me prometí a mí mismo que no iba a acabar comiendo fast food cada día como hice en Londres. Fue terrible y durante cuatro días engañé mis propios principios alimenticios.

Así pues esta vez he hecho una buena investigación en internet y entre Google, Tripadvisor y quien lo fuera a decir, el periódico vasco El Correo, me han permitido seleccionar una serie de sitios en los que comer por alrededor de diez euros. Sin duda esta investigación me ha ayudado a conocer mejor Barcelona, donde comer barato y conocer mejor cada una de las calles. Para empezar, Conesa, un bar de los de toda la vida y que descubrí gracias a un amigo una noche de mayo. Tal y como dijo aquella misma señora catalana con fuerte acento barcelonino y con cara de venir allí frecuentemente, es el típico bar con las tres Bs. Conesa (Carrer de la Llibretería, 1) es famoso por sus bocadillos de grandísima calidad, por sus colas que bien pueden llegar a la mitad de Plaza Sant Jaume. Sara obedeció me recomendación y copió mi comanda (Salchichas del país, pimiento rojo, queso y cebolla). Pan de verdad, caliente, tostado y buenísimo. Comimos los dos por 9 euros con agua.

Por la noche y después de patear todo la Ciutat Vella bajo un sol que me quemó los brazos, besarnos en un banco de estilo modernista en Passeig de Gràcia y un café americano con granos de Kenia, cenamos en el Viena. Siempre me ha parecido una cadena de comida (semi) rápida bastante curiosa. La cadena catalana se limita únicamente a estar presente en el territorio catalán. Hace poco leí que iba a probar suerte en Canadá. Lo curioso de esta cadena es el estilo y decoración austriaca que tiene y jamás entenderé el porqué de la elección de tal estilo. Sin embargo, todo y ser una cadena de restaurantes, tienen una oferta buenísima de bocatas. A mí me parece la mejor cadena de comida rápida que puede existir y tienen una amplia variedad de productos. La flauta de jamón serrano que se pidió Sara fue considerada por el New York Times como la mejor flauta de jamón serrano. La cadena también tiene un café bastante bueno. Sara y yo cenamos por doce euros (mi bocadillo provenzal se subía de precio). Yo siempre voy al Viena que podéis encontrar en Calle Pelayo junto a Plaza Catalunya.

Desde luego, me sonrojo cuando admito que hace falta que vengan las visitas para conocer tu propia casa. Ha sido con Sara con la que he visitado gran parte de los lugares turísticos que ofrece Barcelona. El martes y tras estar desprovisto de información con la que asombrar a Sara con datos e historias de la ciudad, me armé con toda la información sobre la Sagrada Familia y el Parc Güell de la mano de nuestra amiga Wikipedia. Lamentablemente no me pude resistir a un descuento del Burger King para comer dos personas por 7 euros. Dos bocadillos de pechuga de pollo (hechas con sesos según teorizaba Sara).  

Ahora alerta turista que por remota casualidad caigas en estos lares. No compres la entrada al Parc Güell conjunta con la Sagrada Familia como hice yo. Un terrible error (garrafal). Lo único que harás será pagar 7 euros por ver la casa de Gaudi donde enseñan las estupendas sillas ergonómicas en las que se la pelaba por las tardes a la luz del sol. Por la noche sí, para cenar me volví a guiar de la mano de Internet y cenamos en una pizzería a 60 metros de Rambla Catalunya: Buenas Migas (Plaça Bonsuccés, 6). Tienen mucha comida italiana pero nosotros comimos foccaccia. El sitio es bastante “cuqui” y el bajo precio no es resultado de un ambiente sucio como en un paki de barrio. Una buena porción de foccaccia de queso azul, ruccula y membrillo por 4 euros. Los dos por poco más de diez euros con bebida.

Sigo escribiendo con mi estilo Erasmus contándoos lo bien que he comido estos días porque quiero que como yo, no os acuchillen la cartera cada vez que queráis cenar en esta ciudad en la que un billete sencillo de metro vale 2,15€. He poner especial hincapié al gran descubrimiento que hice el jueves pasado: Pim Pam Burger (Calle Sabateret, 4 en el Born). Para mí se ha convertido en un templo de las hamburguesas (aunque aún he de probar el Bacoa). Repito, con este post intento deciros donde comer bueno, bonito y barato en el centro de Barcelona sin tener que comerte un kebab hecho por tu amigo Jalim. Pim Pam Burger es bueno porque utiliza carne picada de verdad, de la buena. Mi hamburguesa era 100% de ternera (no como la que vende Carrefour que está hecha con mierda de ternera); es barato porque mi enorme hamburguesa de ternera con queso gouda, parmesano y feta con salsa especial, lechuga y cebolla costó 4,70 euros más agua (11 euros Sara y yo); es bonito porque todo y ser un pequeño local, está bien amueblado. Por la clientela que había en el momento que fuimos, pude deducir que es una hamburguesería mayormente conocida por gente local y no por turistas. Los turistas se paraban delante de la pizarra de la calle y a continuación seguían andando. Entrar no os arrepentiréis. Sara comió una Pim Pam Pollo que estaba muy muy buena. Ya os digo, un templo divino.



Pim Pam Burger fue el último local que integró mi Ruta Gastronómica para Bolsillos Estrechos en Barcelona. Sin embargo, si os podéis dar un capricho, subir hasta la Calle Blai en Poble Sec (Paral·lel L3 o L2) e iros de tapeo. Salir por Ronda de Sant Pau y subir por la Calle Roser. El barrio es un poco pintoresco pero completamente inofensivo. Me voy de tema. En la calle Blai hay una taberna vasca (KoskaTaverna en Blai, 8) que no os engaño si os digo que se cena de PUTA MADRE. Sara (como buena vasca) llegó a admitir que hasta el camarero de la barra era un auténtico camarero vasco: antipático en su justa medida. La mejor caña de bar que he bebido jamás ha dio en Koska Taverna y el pintxo de pimiento relleno de bacalao está estupendo; lo mismo digo del pintxo de anchoa. Un comensal pidió Sardina fumada y este llegó a afirmar que estaba de muerte. Si aún no os he convencido para ir, Tripadvisor con sus decenas de excelentes reseñas y su 4,5/5 debería convenceros. Como yo no hice foto de mis pintxos, tomo una prestada de Internet. Todo y lo que os estoy diciendo, calle Blai es larga y la lista de bares para ir de pintxos de bastante larga: Entrar donde os llamen los pintxos. El País recomendó un bar en Blai, 23 pero a mí no me acabó de gustar.



Acabo de escribir este post veinte minutos después que Sara haya llegado a Bilbao. A ella le mando ánimos para mañana. Sin darnos cuenta, ha hecho un año desde que Sara y yo nos conocimos en la puerta de embarque de camino a Cork. A mí me espera un test de nivel de francés que tiene muchos números de ser un completo fracaso. Vuelvo con mucho mono de escribir y ponerme al día de blogs y nuevas historias. Hasta el martes no tendré un momento de relax  para gestionar los pocos días que me quedan libres antes de empezar mi cuarto y último año de carrera.


Por último, nadie va al supermercado y compra únicamente condones. El viernes tuve que ir y compré también agua. No sé si por necesidad o por disimular el paquete. Lo primero, lo prometo.