Cuando estaba
en Cork cocinaba mucho. Menuda obviedad, no tenía a la mamá para hacerme la
comida. Lo pasaba realmente bien en aquella cocina que se caía a trozos con
fogones lentos y débiles. Teníamos unos cuchillos que no eran capaces de cortar
ni tan siquiera la mantequilla. Yo solía comentar que si en alguna ocasión
entraba un ladrón en casa, tendría que acomodarle en el sofá para poder
matarlo. Aquellos cuchillos eran horribles. La gente aún alucina cuando les
digo que me llevé un cuchillo en la maleta cuando volví a Rainland después de navidad.
Me gustaba
cocinar y no tener a mi madre encima observando lo que hacía o lo que debía
hacer, era un absoluto placer. Cocinábamos juntos Benny, Charlotte y yo, éramos
una familia feliz. Hasta que rompieron el plato del amor y todo se fue a freír
espárragos. Como en un divorcio, yo fui el más perjudicado, me fui con el que
más quería: Papa Braun. Cocinábamos muchas verduras con pasta. Ese era nuestro
plato estrella y tratábamos de reinventarlo utilizando alguna de las siete
especias que compramos en nuestro primer viaje a Lidl. A Charlotte no la
dejábamos cocinar. Su ansía alemana por ser eficiente hacía que la comida
estuviera cruda y mi paladar ya no podía comer más zanahoria o calabacín crudo.
No, no me vengáis con la típica excusa de: “Crudo conserva mejor las
vitaminas”.
Tuve una
época totalmente innovadora. Traté de imitar la lasaña vegetal que comimos en
la posada de Dingle; bordé una mousaka
griega y mi mayor éxito reconocido por mis tres comensales favoritos: unos
tallarines frescos de Tesco con salsa arrabiatta
y verduras.
No he venido
a explicar aquí qué cocinaba en aquellos felices tiempos en los que vivía fuera
de casa. Hoy he estado en el supermercado (hacía eones meses que no lo
pisaba) y he dado una largo paseo por la sección de condimentos. Me encantan
las especias y cuando las utilizo en la comida me siento como un alquimista. He
decidido comprar carne picada para hacer hamburguesas. En un brote de nostalgia
cocinera y de hábitos mañaneros, he pasado por el pasillo de los zumos y he
tardado en decidirme entre Minute Maid o Granini. Finalmente con su 47% de
fruta, el vencedor ha sido Granini quien le ha asestado un gancho a Minute
Maid. Cuando he llegado a casa he dedicado unos veinte minutos de búsqueda
intensiva en internet sobre las mejores formas de sazonar y condimentar tus
hamburguesas. He entrado en una espiral de opciones mayor que cuando has de
elegir el color del coche. Echarle comino en grano, curri, guindilla picada,
cebolla o incluso trozos de queso mezclados con la carne.
Al final he
decido ser yo mismo el Dr. Chiflado e innovar sobre una base típica de ajo,
perejil y sal. Aun cuando me toco la nariz puedo inspirar restos de pimienta
que han quedado en la palma de mi mano. He estornudado ya unas once veces en
tan solo sesenta segundos. He tardado otros treinta segundos en decidir entre
ponerle romero o tomillo a la hamburguesa y después en añadir curri o cominos
en grano. Aún no las he probado pero huelen estupendas.
¿Por qué os
cuento todo esto? Hoy me siento muy creativo. Quizás tenga que ver que mi
situación de estrés ha alcanzado el 90%. Comienzo a verle la cresta a la ola y
como yo, creo que todos los estudiantes somos unos inocentes. Ayer mientras
corría por la playa me di cuenta que ya había pasado un mes desde que me reinsertaron
en la selva de la UB. Desde entonces he hecho amigos. Hay buena gente ahí
dentro aunque también hay competencia. También hay Erasmus, algunos más
perdidos que mi abuela en IKEA. Y sobre todo, también hay trabajos, muchos
trabajos. En verano sacaba pecho cuando hablaba del tiempo libre que iba a
tener. Mi pecho está caído de arrepentimiento. Desde que hago francés y empecé
mi curso de oratoria, las tardes se reducen a martes y jueves. Cuando no he
de estudiar, he de continuar elaborando un informe sobre la exportación de
juguetes a México; cuando no es un informe, es el tener que repasar; cuando no
es todo lo anterior son los otros tres trabajos que elaboro o las preposiciones
de lugar en francés.
Jamás pensé
que diría esto pero si algo me despeja y me relaja al final del día es el ir a
correr por la playa. Estoy orgulloso porque comienzo a tener caras conocidas en
mi mente: la chica que avanza como un contenedor cuesta abajo a pasos cortos
pero decididos mientras sopla tres veces por segundo; el grupo de hombres cincuentones que va a correr en grupo cuando yo ya vuelvo; el joven de treinta
y pocos que sabe que está mazo de fuerte y por eso se ha equipado con todo tipo
de ropa cantona para correr como sus zapatillas Salomon que reúnen los colores
del arcoíris.
Toda esta
carga de trabajo se ve reflejada en una blandengue agenda azul que ya ha sido
deformada por la libreta en tres ocasiones. Yo me doy un pequeño capricho los
viernes y no lo dedico a nada académico porque es el día que es: viernes. Le he
dado una nueva oportunidad a mi querida Minolta X-700. Hoy he ido al Fotoprix a
por dos carretes y una mujer que ha alucinado con mi belleza (la cámara) ha
pensado que tenía conocimientos de fotografía. Cariño mis conocimientos no se
extienden más allá de obturador y diafragma.
Mañana ceno
en una basta pizzería donde pedir una pizza con champiñones equivale a vaciar
una lata entera de champiñones en conserva sobre la masa. Si la pides con jamón
dulce entonces te podrás atragantar con una de las lonchas enteras.
Hacer de comer era uno de mis mayores desestresantes en época de exámenes. Esperaba a que comiera todo el mundo para poder estar tranquilo cocinando, sin madres encima. Te despeja mucho la mente y los resultados satisfactorios te acaban animando. Te recomiendo que lo hagas siempre que puedas.
ResponderEliminarÁnimo con la reinserción en la selva-UB (es posible salir con vida, yo lo logré). Y calma, mucha calma, sobre todo si estás en último curso y todavía tienes que hacer el TFG del Mal.
¡Saludos!
Xavi Medina
Hola Xavi! La verdad es que aquí lo hago mucho menos porque mi madre siempre tiene la comida ya hecha. Es una mezcla de sentimiento de culpa porque ya ha hecho la comida y pereza por tener que cocinar. Sin embargo durante los fines de semana siempre intento hacer algo!
EliminarLa reinserción como bien has leído mal aunque tengo unas ganas tremendas de dejar las aulas y ponerme a hacer prácticas.
¡Saludos Xavi!