Alba se ha ido hoy por la mañana a emprender la aventura que
empecé yo hace ya casi un año (faltan diez días para hacer un año). Aitor la
empieza mañana. Quien pudiera repetir me digo durante estos días. La semana
pasada recordaba con Sara algunos momentos aunque realmente todo esto es agua
pasada. Aun así, todos estos acontecimientos no hacen más que alimentar mi
deseo de volver a irme una temporada y dejar atrás la rutina de Pineda de Mar. Puede
que definitivamente lo que necesito es independizarme.
Probablemente este pasado fin de semana fue alguno de los
mejores que haya tenido durante este verano. Después de una frenética tarde en
Barcelona, conseguimos juntarnos para despedirnos de Alba. La tarde en
Barcelona no pasó sin incidencias pues volví a toparme con un servicio de
restauración maleducado. Todo y que su café y su pastel de chocolate estaban
deliciosos, el servicio de cafetería de We Pudding era de lo más lamentable.
Jamás me han atendido con “Rápido que voy de culo” y aun así he tenido que
repetirlo varias veces. Sin embargo, el lugar era genial y estaba ambientado en
David el Gnomo donde había champiñones gigantes a modo de lámparas. Para quemar
parte delas 800 calorías que tragué con aquel pastel, andamos hasta la calle
Roselló 158 para visitar la librería Re-Read de la que había leído hacía meses
en El País. Se trata de una librería low cost
y te permite comprar hasta cinco libros por 10 euros. Todos son títulos
posteriores a los noventa aunque la librería tiene una sección de clásicos. Los
libros son de segunda mano y algunos tienen aún la etiqueta del Opencor o el
Alcampo pegada en la cubierta. Es un lugar pequeño pero muy tranquilo. Además
de buen precio, la librería también compra libros de segunda mano a euro la
unidad (una oportunidad para perder un poco de peso literario Sara). Una
adorable pareja de jubilados vendió dos bolsas repletas de libros en los que al
menos había 50 o 70 euros.
No sé qué tienen estas noches con los amigos que siempre
acabamos haciendo referencia a los buenos tiempos de instituto y recordando
viejas glorias como la historia de un chico al que le llamábamos Zapacaca en
honor a una mierda que pisó y con la que fue al aula. Esto y unas piñas coladas
cargadas hicieron que nos llamaran la atención en la terraza. A los 21 años,
aún nos queda parte de aquel niñato de instituto.
La vuelta en tren con Mireia me hizo llegar a la conclusión
que el hecho de querer moverme y cambiar de rutina no era un deseo único en mí
sino que ella también lo estaba deseando e incluso puedo decir que en ella era
más intenso. Es Mireia quien había estado rezando por la existencia de algún
programa de becas o convenios con Suramérica todavía abierto En mi caso mi
deseo incluye poder acercarme más a Sara y me imagino cruzando la ruta 66 con
ella mientras se broncea nuestra blanca (en su caso, blanquísima) piel.
Esta es mi última semana de trabajo lo cual supone el fin de
mis ingresos estivales. Desde la perspectiva económica me da pena pero desde la
perspectiva existencial (si se puede llamar tal cual) no siento ninguna lastima.
Llevo cinco veranos haciendo este trabajo y lo más útil que he hecho ha sido
grabar pulseras personalizadas como la que le gravé ayer a un hombre bastante
hecho polvo llamado Cherry. De hecho quería hacer un inciso porque después de
atender a este hombre vi lo importante que es guardar la compostura con gente creepy y saber crear conversación, acercarlo a ti, ganarte su confianza y
al final convertirte en su amigo. Así lo hago yo, no te puede temblar el pulso
porque esta gente son como las mascotas, huelen el miedo y la simpatía es tu
mejor arma. Esto es algo que me enseñó mi jefe quien tiene casi dos decenas de
clientes peculiares y con todos se lleva a las mil maravillas. Esto me obliga a
corregirme y decir que aunque puede que lo más útil que he hecho ha sido
manejar la máquina Gravograph, estar de cara al público te da seguridad y te
enseña a cómo lidiar con gente peculiar como mi amigo Cherry. Todo y eso,
durante este año que viene toca conseguir subir un escalón e iniciarse dentro
de mi campo de estudios tal y como casi logro este verano.
Sara llega el lunes, el alcalde Trias la recibirá con todos
los honores correspondientes.
Llevo casi tres semanas viendo Friends y he de decir que Mónica está buenísima.
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