sábado, 14 de junio de 2014

El euskera tiene acentos aleatorios



Después de cinco días en casa de Sara, puedo decir que esto es genial. Aprovecho una mañana holgazana de sábado para escribir un post. Sara ha empezado a escribir también y ahora mismo se encuentra detrás de mí tumbada en su cama, envuelta en su manta de Primark, ambos aún un poco quemados por el día en Donosti (que no significa Don Hostia, como yo me pensaba). 


El tren de ida a Bilbao casi lo pierdo por culpa de la tercermundista red ferroviaria de cercanías de la que dispone Barcelona. Después de dejar a una mujer que iba a Cuenca al borde de un ataque de nervios, corrí con 15 kilos en la espalda, a través de los pasillos de la estación de Arc de Triomf para buscar el metro y ponerme en marcha para llegar cuanto antes a Sants. Se suponía que llegaría con una hora de antelación a Sants, pero, finalmente, llegué con 14 minutos y a tres pasos de la deshidratación. Ya en la cola del tren (entre un grupo de vascos y unas monjas que se despedían de sus amigas con tristeza), empecé a respirar lo que para mí parecía un ambiente diferente al que se vive en la cola de un avión. Parecía como si estuviera viajando a otro país. No quiero que se mal interprete con nacionalismos innecesarios, me refiero a que la gente de la cola, con acentos diferentes, estilos, etc, me daba la sensación de ser yo el extranjero en la cola. Muchos volvían de un pequeño puente de tres días que habían aprovechado para ir a la playa y cocerse de calor (hay que tener valor), como aquellas dos chicas de Logroño (sé que eran de allí porque se bajaron en Logroño) sentadas junto a mí. Este viaje me dio la oportunidad de ver con otros ojos España, la gente, el paisaje, etc. Muchas veces me pongo colorado de haber viajado más al extranjero que a otros lugares en España, será eso del English is cool (y lo es). 


Después de 6 horas de viaje, encontrarme con Sara allí en el andén después de dos semanas fue muy bonito, de película y con beso incluido. Allí estaba la muchacha sonriente corriendo a mis brazos, todo muy love actually. Ahora que escribe, es aún más sexy. 


Mis expectativas respecto al  País Vasco han sido alcanzadas y sobrepasadas con creces, y ha llegado un punto en el que alguien como yo, que se le pegan tan fácilmente los acentos, ha tenido algunas frases muy bien acentuadas al estilo vasco: “Hacemos otro pote pueees?”. Sin olvidarnos del humor vasco, los vascos se ríen ellos mismos fácil y felizmente de los tópicos vascos, y aprovechando mi presencia, lo piden todo aún más grande. 


La gente me dice que Bilbao  ha cambiado una barbaridad desde hace quince años, y ahora está mucho más moderna. Tiene paseos y carriles bici (bidegorri), tiene una comida estupenda (eso no ha cambiado), museos, edificios y espacios remodelados, como La Alhondiga, donde puedes hacer de todo. Tiene actividades diversas (ayer pude ver gratis a Sandra Marchena, una cómica de Paramount Comedy), y un metro que cubre con creces toda la ciudad. La tía de Sara dice que por cambiar ha cambiado hasta el cielo, el cual ella dice que antes era de un gris plomizo. 


Esta noche toca degustar la noche bilbaína a través del casco viejo y Mazarredo y aprovechando que hoy es la Noche Blanca en Bilbao (los museos abren de noche y hay diferentes actividades culturales al aire libre) el supongo que las calles estarán aún más vivas. Ya ando un poco asustado por el nivel bebedor de estos vascos después de haber estado de pintxo-pote con la familia de Sara y volver un poco achispado a casa. Todo puede pasar esta noche, la cual es larga y llena de ambiente nocturno en las calles de la capital vizcaína. Mañana toca otra clase de cultura vasca en una comida en el txoko. El txoko es un espacio compartido por una cuadrilla de amigos y donde cada miembro puede traer a su familia para comer cada cierto tiempo (definición made in Sara). Mañana seguiré siendo la atracción de feria de este lugar que tanto me gusta. Mientras yo me resisto a decir Agur y sigo diciendo Adeu al despedirme de alguien quien después ponen cara confusa y les dejo sin más con la curiosidad.

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