martes, 9 de septiembre de 2014

Por qué House of Cards y mi apuesta seriéfila de otoño

No hay duda que septiembre es sinónimo de volver a poner en marcha las máquinas. El país entero se paraliza durante agosto pero ahora todo comienza a rodar de nuevo. Yo mismo hago los últimos preparativos antes de empezar este último curso y después de los problemas con mi matriculación fruto de la incompetencia burocrática de la universidad, mis notas comienzan a publicarse en mi expediente. Me encanta septiembre, tengo una amiga que lo odia porque significa el comienzo del estudio. Sin embargo yo pienso que tampoco es tan terrible. La vida de estudiante es estupenda y para aquellos que son como mi amiga y odian septiembre, hoy se han publicado una serie de malos, malísimos datos sobre España. Para comenzar, España triplica la media de titulados superiores en paro; ocho de cada diez jóvenes de hasta treinta años viven aún en casa; somos el país europeo con más ninis.

Todo y lo que he mencionado, yo voy motivado para este año. Si hago bien las cosas será un buen año y la motivación es clave en estos tiempos para no caer en la frustración. Reencontrarme con mis compañeros de clase, ver a la camarera con voz porno del bar Versalles o la italiana de la copistería Alfambra no son mis únicas alegrías. No solo porque la mitad de mis compañeros de clase se han largado de Erasmus a algún otro país con mejores oportunidades que este en el que vivimos, sino porque todo empieza de nuevo: en septiembre vuelven las series de televisión.

En verano he estado viendo Friends (a insistencia de Sara). Esta ya hace tiempo que acabó aunque hace tan solo dos semanas se juntaron en el show de Jimmy Kimmel (aqueldonde se juega con la infancia de los niños robándoles los caramelos de Halloween a los niños). Ahí sigo con Friends encantado de la vida. Aun así, más series vuelven en septiembre, otras nacen y otras que vuelven para acabar muriendo.

Ya llega, ya está aquí. La cuarta temporada de Homeland está a punto de salir del horno (el 5 de octubre) y aunque la tercera temporada me dejó un sabor de boca un tanto similar al sabor que me dejó el sushi la primera vez que lo probé, espero esta temporada con ansias. No con tantas ansias como espero a mi querido Kevin Spacey en House of Cards quien no se dignará a visitar mi pantalla hasta febrero del 2015. Volvamos a Homeland pues algo me dice que a menos que cambien las cosas, la serie verá su final en la quinta temporada y la supermamá Mathison nos dirá bye bye y hasta otro ratito. Cary Stoll (de House of Cards) sale en esta nueva temporada.

¿Por qué deberías ver House of Cards si no la estás viendo ya?

Fácil respuesta. Porque el protagoniza es Kevin Spacey. Si el papel fuera interpretado por Richard Gere o Harrison Ford, no sería igual de buena ¿Por qué? Porque no tienen el mismo flow que tiene Kevin. Él sabe cómo entablar el papel de un político ambicioso. Es más te voy a dar más de una razón: la serie tiene giros y giros inesperados de guión y golpes tan radicales que te dejarán más loco que la boda roja de Game of Thrones. A más a más, la ambición, traición y el odio que hay entre cada uno de los protagonistas, hace de ellos piezas imprescindibles en la serie. El inglés de Kevin es awesome (en mi opinión un crimen doblarlo aunque hay que respetarlo todo) y su mujer Claire (Robin Wright) es fría, calculadora y casi tan femme fatale como lo es Christina Gallagher (Kristen Connolly). ¿Quieres más razones? Está bien, mi madre la ve y ya conozco otros padres que lo hacen.
 Mi última y esta debería ser una razón suficiente para todos aquellos impacientes incapaces de esperar una semana para ver el capítulo siguiente: la serie es producida por Netflix y estrena la temporada entera en un solo día. Así pues no hay esperas que valgan.

Volviendo al trapo seriéfilo, he estado repasando la crónica de El País de cara a otras series que vuelven en otoño y otras que nacen. He añadido a mi lista de series para evaluar The Good Wife y Boardwalk Empire. Estas ya llevan varias temporadas en pantalla. Me encantan los dramas y me encantan las series que mezclan sexo, amor, ambición, traición y venganza. De hecho Boardwalk Empire junto con mi ya mil y una veces mencionada House of Cards y Homeland conforman las tres series preferidas del presidente Obama, ahí es ná. The Good Wife y Boardwalk Empire tratan de corrupción aunque hay grandes diferencias entre una y otra. La primera narra la vida de la mujer de un político corrupto y como esta se hace cargo de una familia constantemente asediada por la mala prensa que está recibiendo el marido. La segunda serie que he mencionado ambienta la Atlantic City en plena ley seca.


Finalmente, de la lista de series que se estrenan en septiembre, me he quedado con dos. Una de ellas huele bien, la otra no tanto pero quiero probarla. Gotham tiene sus orígenes en el cómic (como todo lo que hay en el cine hoy en día) y narra los orígenes de Batman así como el de villanos como Catwoman (y otros más). Sin duda el tráiler pinta muy bien y ha sido un factor decisivo para apuntarla a mi lista de evaluación. El otro estreno del que no estoy tan convencido de su éxito es Madame Secretary. De hecho la he elegido por su aroma a drama. La serie narra la vida de una mujer al mando de la Secretaria de Estado y como compagina su trabajo con la familia. Como curiosidad a destacar, en la serie participa quien interpretaba (o interpreta, no quiero spoilear a nadie) a Lucas en mi amada serie con Kevin Spacey. Sin duda puede que sea un truño indigerible y por esa razón será de las primeras series en ver para dar mi veredicto.






Resumiendo: Gotham, Homeland, Madame Secretary, The Good Wife y Boardwalk Empire constituyen mi apuesta otoñal. El tiempo y mi disponibilidad horaria harán el resto. Aún he de ponerme al día con muchos otros asuntos como el ajedrez, James Altucher o Rafael Fernández Ezcritor y la universidad. Me quedan 5 días. Voy a apuntarme a un curso de oratoria y debate en la universidad aunque ya os contaré más otro día.

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