No hay duda que septiembre es sinónimo de volver a poner en
marcha las máquinas. El país entero se paraliza durante agosto pero ahora todo
comienza a rodar de nuevo. Yo mismo hago los últimos preparativos antes de
empezar este último curso y después de los problemas con mi matriculación fruto
de la incompetencia burocrática de la universidad, mis notas comienzan a
publicarse en mi expediente. Me encanta septiembre, tengo una amiga que lo odia
porque significa el comienzo del estudio. Sin embargo yo pienso que tampoco es
tan terrible. La vida de estudiante es estupenda y para aquellos que son como
mi amiga y odian septiembre, hoy se han publicado una serie de malos, malísimos
datos sobre España. Para comenzar, España triplica la media de titulados
superiores en paro; ocho de cada diez jóvenes de hasta treinta años viven aún
en casa; somos el país europeo con más ninis.
Todo y lo que he mencionado, yo voy motivado para este año.
Si hago bien las cosas será un buen año y la motivación es clave en estos
tiempos para no caer en la frustración. Reencontrarme con mis compañeros de
clase, ver a la camarera con voz porno del bar Versalles o la italiana de la copistería
Alfambra no son mis únicas alegrías. No solo porque la mitad de mis compañeros
de clase se han largado de Erasmus a algún otro país con mejores oportunidades
que este en el que vivimos, sino porque todo empieza de nuevo: en septiembre
vuelven las series de televisión.
En verano he estado viendo Friends (a insistencia de Sara). Esta ya hace tiempo que acabó
aunque hace tan solo dos semanas se juntaron en el show de Jimmy Kimmel (aqueldonde se juega con la infancia de los niños robándoles los caramelos de Halloween a los niños). Ahí sigo con Friends
encantado de la vida. Aun así, más series vuelven en septiembre, otras
nacen y otras que vuelven para acabar muriendo.
Ya llega, ya está aquí. La cuarta temporada de Homeland está a punto de salir del horno
(el 5 de octubre) y aunque la tercera temporada me dejó un sabor de boca un
tanto similar al sabor que me dejó el sushi
la primera vez que lo probé, espero esta temporada con ansias. No con tantas
ansias como espero a mi querido Kevin Spacey en House of Cards quien no se dignará a visitar mi pantalla hasta
febrero del 2015. Volvamos a Homeland
pues algo me dice que a menos que cambien las cosas, la serie verá su final en la
quinta temporada y la supermamá Mathison nos dirá bye bye y hasta otro ratito. Cary Stoll (de House of Cards) sale en esta nueva temporada.
¿Por qué deberías ver House
of Cards si no la estás viendo ya?
Fácil respuesta. Porque el protagoniza es Kevin Spacey. Si
el papel fuera interpretado por Richard Gere o Harrison Ford, no sería igual de
buena ¿Por qué? Porque no tienen el mismo flow
que tiene Kevin. Él sabe cómo entablar el papel de un político ambicioso. Es
más te voy a dar más de una razón: la serie tiene giros y giros inesperados de
guión y golpes tan radicales que te dejarán más loco que la boda roja de Game of Thrones. A más a más, la
ambición, traición y el odio que hay entre cada uno de los protagonistas, hace
de ellos piezas imprescindibles en la serie. El inglés de Kevin es awesome (en mi opinión un crimen
doblarlo aunque hay que respetarlo todo) y su mujer Claire (Robin Wright) es fría,
calculadora y casi tan femme fatale como
lo es Christina Gallagher (Kristen Connolly). ¿Quieres más razones? Está bien,
mi madre la ve y ya conozco otros padres que lo hacen.
Mi última y esta debería
ser una razón suficiente para todos aquellos impacientes incapaces de esperar
una semana para ver el capítulo siguiente: la serie es producida por Netflix y
estrena la temporada entera en un solo día. Así pues no hay esperas que valgan.
Volviendo al trapo seriéfilo, he estado repasando la crónica
de El País de cara a otras series que vuelven en otoño y otras que nacen. He añadido
a mi lista de series para evaluar The
Good Wife y Boardwalk Empire. Estas ya llevan varias temporadas en pantalla. Me encantan los dramas y me encantan las series
que mezclan sexo, amor, ambición, traición y venganza. De hecho Boardwalk Empire junto con mi ya mil y
una veces mencionada House of Cards y
Homeland conforman las tres series
preferidas del presidente Obama, ahí es ná. The
Good Wife y Boardwalk Empire
tratan de corrupción aunque hay grandes diferencias entre una y otra. La
primera narra la vida de la mujer de un político corrupto y como esta se hace
cargo de una familia constantemente asediada por la mala prensa que está
recibiendo el marido. La segunda serie que he mencionado ambienta la Atlantic
City en plena ley seca.
Finalmente, de la lista de series que se estrenan en
septiembre, me he quedado con dos. Una de ellas huele bien, la otra no tanto
pero quiero probarla. Gotham tiene
sus orígenes en el cómic (como todo lo que hay en el cine hoy en día) y narra
los orígenes de Batman así como el de villanos como Catwoman (y otros más). Sin
duda el tráiler pinta muy bien y ha sido un factor decisivo para apuntarla a mi
lista de evaluación. El otro estreno del que no estoy tan convencido de su
éxito es Madame Secretary. De hecho
la he elegido por su aroma a drama. La serie narra la vida de una mujer al
mando de la Secretaria de Estado y como compagina su trabajo con la familia. Como
curiosidad a destacar, en la serie participa quien interpretaba (o interpreta,
no quiero spoilear a nadie) a Lucas en mi amada serie con Kevin Spacey. Sin
duda puede que sea un truño indigerible y por esa razón será de las primeras series
en ver para dar mi veredicto.
Resumiendo:
Gotham, Homeland, Madame Secretary, The
Good Wife y Boardwalk Empire constituyen
mi apuesta otoñal. El tiempo y mi disponibilidad horaria harán el resto.
Aún he de ponerme al día con muchos otros asuntos como el ajedrez, James Altucher
o Rafael Fernández Ezcritor y la universidad. Me quedan 5 días. Voy a apuntarme
a un curso de oratoria y debate en la universidad aunque ya os contaré más otro
día.
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