domingo, 21 de septiembre de 2014

Una mierda de post como tal

No voy bien así. Parece que aún no he cambiado el chip de verano trabajador a estudiante universitario a punto de salir a la jungla. He tardado todo el día en hacer un ejercicio para entregar mañana por la mañana. Desde luego los aspectos relacionados con la planificación y la ejecución de estos he de pulirlos. Mi irresponsabilidad ha llegado a tal punto que ayer noche fui a dormir a las 5:30 teniendo en la agenda varias celdas temporales ocupadas para el día de hoy en la agenda.

A decir verdad, si anoche no volví a casa antes fue porque no me dio al real gana. Miento, me tenía que ir solo andando y no es que me diera miedo pero si un inmenso palo. No tenía ni auriculares. Tuve que aguantar una música bastante rara que y que además me hicieron testigo de su izquierdismo radical. Hacía calor. Mucho. Dentro de aquella carpa debía de haberse estado formando un efecto invernadero durante toda la noche. Lo mejor de la noche sin duda fue la cena en la que en la mesa se pudo distinguir un sector parejil distinguido y con más clase que pagaba a medias y un sector heterogéneo, soltero en el que me encuentro porque mi novia está lejos y entonces no tengo derecho a estar dentro del otro grupo.

Hay parejas que me repatean el hígado con su comportamiento. Por alguna razón que aún desconozco hay algunas parejas que se atribuyen a sí mismas el derecho de decidir quién es digno y quien no de gozar con ellos de una magnifica velada junto a ellos. Ahora que somos pareja, somos más chic, bebemos vino y vamos a restaurantes más caros. Tú, soltero que bebes Estrella Damm y cenas kebab con el resto de tus otros indignos amigos solterones, no te mereces compartir las risas que nosotros provocamos en la mesa.
Quizás yo soy el raro, pero a mí me gusta compartir un buen plato de patatas bravas tanto con solteros como con otras  parejas. Quizás sea raro o es que estos días he visto demasiados capítulos de Friends. Yo me veo como Chandler y Mónica, más guapo y más gracioso que él. Me encanta salir de parrandeo con las amigas chicarronas del Norte de Sara y me gusta que lo haga ella con mis antipopulares amigos catalanes.

Hay otro tipo de pareja, que no es capaz de despegarse el uno del otro y si uno no sale de parranda nocturna, el otro tampoco. Estas decisiones hay que respetarlas porque estamos en tiempos en los que hay que respetarlo todo. Sin embargo me parece una soberana estupidez.

Tengo la cabeza de un espesor parecido al del turrón de almendra y este post es probablemente el peor que he escrito. Los días han sido muy ajetreado y veo como que ese flow del que hablaba antaño para escribir, no lo estoy utilizando para escribir cuando siento que lo tengo.


Os prometo mejorar a partir de ya. 

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