No voy bien
así. Parece que aún no he cambiado el chip de verano trabajador a estudiante
universitario a punto de salir a la jungla. He tardado todo el día en hacer un
ejercicio para entregar mañana por la mañana. Desde luego los aspectos
relacionados con la planificación y la ejecución de estos he de pulirlos. Mi
irresponsabilidad ha llegado a tal punto que ayer noche fui a dormir a las 5:30
teniendo en la agenda varias celdas temporales ocupadas para el día de hoy en
la agenda.
A decir
verdad, si anoche no volví a casa antes fue porque no me dio al real gana.
Miento, me tenía que ir solo andando y no es que me diera miedo pero si un
inmenso palo. No tenía ni auriculares. Tuve que aguantar una música bastante
rara que y que además me hicieron testigo de su izquierdismo radical. Hacía
calor. Mucho. Dentro de aquella carpa debía de haberse estado formando un
efecto invernadero durante toda la noche. Lo mejor de la noche sin duda fue la
cena en la que en la mesa se pudo distinguir un sector parejil distinguido y
con más clase que pagaba a medias y un sector heterogéneo, soltero en el que me
encuentro porque mi novia está lejos y entonces no tengo derecho a estar dentro
del otro grupo.
Hay parejas
que me repatean el hígado con su comportamiento. Por alguna razón que aún
desconozco hay algunas parejas que se atribuyen a sí mismas el derecho de
decidir quién es digno y quien no de gozar con ellos de una magnifica velada
junto a ellos. Ahora que somos pareja, somos más chic, bebemos vino y vamos a restaurantes más caros. Tú, soltero
que bebes Estrella Damm y cenas kebab
con el resto de tus otros indignos amigos solterones, no te mereces compartir
las risas que nosotros provocamos en la mesa.
Quizás yo soy
el raro, pero a mí me gusta compartir un buen plato de patatas bravas tanto con
solteros como con otras parejas. Quizás
sea raro o es que estos días he visto demasiados capítulos de Friends. Yo me veo como Chandler y Mónica,
más guapo y más gracioso que él. Me encanta salir de parrandeo con las amigas
chicarronas del Norte de Sara y me gusta que lo haga ella con mis antipopulares
amigos catalanes.
Hay otro tipo
de pareja, que no es capaz de despegarse el uno del otro y si uno no sale de
parranda nocturna, el otro tampoco. Estas decisiones hay que respetarlas porque
estamos en tiempos en los que hay que respetarlo todo. Sin embargo me parece una
soberana estupidez.
Tengo la
cabeza de un espesor parecido al del turrón de almendra y este post es probablemente
el peor que he escrito. Los días han sido muy ajetreado y veo como que ese flow del que hablaba antaño para
escribir, no lo estoy utilizando para escribir cuando siento que lo tengo.
Os prometo
mejorar a partir de ya.
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