Hoy ya es viernes, ya no vale la pena, se están formando
nubarrones en la montaña… ¿Os suenan este tipo de pensamientos? No seas
mentiroso. Son excusas para no hacer algo que te habías propuesto hacer. En mi
caso salir a hacer deporte. Soy absolutamente terrible, esto pesará sobre mi
conciencia durante todo el fin de semana (pese y que para quitar peso a mi
conciencia he estado haciendo unos cuantos ejercicios de mierda en casa).
El martes anuncié mentalmente mi vuelta a la vida sana y
hacer dos días a la semana de running o
bici. El martes fallé. Tenía tantas cosas que hacer y tanto de lo que ponerme
al día que se me fue el santo al cielo. Entonces me autoconvencí que lo haría
al día siguiente. Mentira. El Miercoles tenía un Skype con un amigo de Benny y
después había quedado. El jueves tenía una reunión a las nueve y un Skype con
Sara a las diez. Y de ahí llegamos a viernes, absolutamente convencidos, sin
nada que entorpezca mi horario. Cuando parecía suficientemente motivado para
cambiarme de ropa, me he tirado veinte minutos intentando transferir varios
podcasts de mi queridísimo James Altucher. Para mi sorpresa, como todos los
americanos, todo lo hacen en honor a Apple y sus podcasts solo se pueden
reproducir con Itunes. Así pues he de encontrar la forma de convertirlos. Entonces
he mirado por la ventana y he visto unos nubarrones en la montaña. He comenzado
a dudar de la viabilidad de mi plan deportista y finalmente he pensado “Qué más
da, la semana ya ha acabado, mejor empieza el lunes”. El lunes no falla, porque
si el lunes fallo, voy a daros un euro a cada uno que me escupa en la cara. El
lunes empieza todo y por lo tanto, ha de empezar de nuevo mi estupendo ritmo de
vida sana que seguía en Cork. He decidido que haré dos días a la semana: un día
de bicicleta y otro día corriendo. Los días en bici escuchando a James y los
días de running escuchando una de las
maravillosas listas de Spotify.
Mi problema de conciencia no es con el deporte, es con el
hecho de no hacer lo que he dicho el día antes que haría. Además luego tengo la
cabeza espesa por no haber salido de casa. Necesito salir de casa un rato cada
día para ver un poco de vida. Ahora yo me siento en la terraza a leer y ya
está, tomo el aire. Mañana participo como voluntario en una carrera solidaria
(y no has ido a hacer deporte el día anterior, todos lo sabrán) y veré a todo
esa gente corriendo y me motivarán y me dirán: Tú también puedes hacerlo.
¿Cómo hago para comprometerme con mis hábitos?
¿Cuántas veces se nos ha plantado en nuestras narices esa
gruesa pared llamada pereza? Tírala a bajo como si estuviera hecha de cartón.
Sal ahí fuera y haz lo que sea que tenías en mente hacer. Comprométete con tus
hábitos y si hace falta recurre a alguna app
que te recuerde tu compromiso cada día. Si eres Apple citizen Commit te la comerá bién. Vaya chistaco. Lift es menos
racista y le van tanto los negros como los blancos (Android o Apple para quien
no haya pillado la bromita). No te rindas y si te rindes vuelve a intentarlo.
Tener estos hábitos extrarutinarios son estupendos para despejar la cabeza y
darle a tu cabeza un soplo de aire fresco. Te lo dice uno que hasta hace un año
hacía poco más que andar y acabó levantándose a las siete de la mañana dejando
a una vasca en la cama para ir a correr. Esto va para los que son como yo: un
crack. I am joking again, para estudiantes. Cuando veas que no te entra nada
más en la cabeza, sal a dar un paseo,
correr, bici, pasear al perro (o en su defecto: gato, hurón, etc) durante una
hora, lo que sea pero SAL.
Sara me acaba de llamar vago (en mayúsculas) vía Whatsapp,
que deprimente.
¿Y tú? ¿Has intentado comprometerte con algún hábito y has
sido fiel a él? ¿Cómo lo has hecho?
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