viernes, 19 de septiembre de 2014

Disney y chocolate

Disney y chocolate. Es lo que dice Sara que necesita ahora mismo. Quién lo iba a decir de mí, alguien que nunca se queja de la universidad, pues lo voy a decir: por fin es viernes. La primera semana de universidad no ha comenzado tan bien como esperaba. De pasar a estar un año levantándose a las nueve para ir a la universidad andando en solo diez minutos a tener que levantarse a las 6 de la mañana para entrar a las 8:30 ha sido un gran shock temporal. Por decirlo de alguna forma científica, tengo un jet lag de colchón. A más a más tuve que lidiar con varios desafortunados eventos: la caída de un rayo en la catenaria de la estación me dejó tirado en la estación durante dos horas; la batalla por ver quien se matriculaba antes en el curso de francés hizo que me pasara media mañana fuera. Finalmente y para ponerle el acento a la “i” en Grandísima mierda de universidad, tuve que lidiar con algún que otro profe desagradable cuyo contenido no sirve ni para hacer compostaje.

Después de esta crítica sobre la calidad educativa de mi maravillosa universidad y la medición del Índice de Fortuna Diaria (concepto que obviamente me acabo de inventar), puedo decir que los días han mejorado sustancialmente. He visto crecer el atractivo de las asignaturas y mis nuevos compañeros de clase son bastante majetes (además de listos). El simple hecho de tener mis clases en inglés le ha añadido cierto punto extra de diversión a estas y he de admitir que no esperaba tal calidad de acentos en los profesores. El grupo en el que estoy este año recibe todo tipo de mimos: Un aula con aire acondicionado y asientos acolchados; mesas espaciosas y un Wi-Fi de plena cobertura. Además hoy he sabido que para la graduación, gozaremos de una orla privada. Como decía, las aulas no tienen que ver con aquellas anticuadas y agrietadas aulas en las sin ningún tipo de problema se podría haber grabado Clase del 66. Y qué hablar de esas mesas en las que a duras penas te cabía una libreta y debías tener sumo cuidado al levantarte de la silla para no tirar ninguna de las cosas del compañero o compañera de al lado.

He abandonado el blog durante varios días (tres para ser concretos). Días durante los cuales un guardia republicano iraní me ha dado latigazos mentales que decían entre latigazo y latigazo “escribe, escribe, escribe” pero yo había tenido unos días tan agotadores y frustrantes que lo único que me apetecía era dormir, comer Nutella y ver Friends. Ahora he vuelto. He vuelto para quedarme. La universidad me está absorbiendo un tiempo verdaderamente valioso y cumplir con mis objetivos blogueros no va a ser tan fácil como yo había supuesto.

Ayer fui a correr por primera vez desde junio. Me sentí muy bien porque conseguí despejarme del agobio escolar que tenía a raíz de los primeros días. Aun así también pude comprobar cuan baja estaba mi forma en comparación a los mayorcitos de +40 que corren por el paseo. Estos mayorcitos (y mayorcitas) de los que hablo parece que huyan de la muerte. Tienen unos niveles de motivación muy altos y sin duda también un afán de superación sin límites. Vi una mujer luchando casi a punto de desplomarse por llegar a su meta personal y finalmente descansar (menudo mindundi estaba hecho a su lado). Otra cosa que se ha puesto muy de moda es el patinete que increíblemente ha vuelto a las calles y ahora veo a mujeres con sus 35 años en la espalda con la fiambrera de Varila colgando del manillar y recorriendo los pasillos de la estación de Sants a contrareloj para alcanzar el metro a falta de 39,..38,..37 segundos.

La semana que viene ya me voy a Bilbao. Ya me esperan planes, muchos planes. Más me vale aprovechar este fin de semana para correr porque ahí arriba me quieren engordar y vender para navidad. Saben qué es bueno y qué no… ya me quieren llevar de pintxo pote el jueves. Estamos preparando además una reunión de Erasmus en Bilbao y solo imaginar a Miguel criticando a la sidra vasca me parto en tres la caja torácica.

Finalmente y acabo con este post cutre salchichero, el domingo empiezan series: Madam Secretery. Mis dudas sobre esta serie siguen pero recién descubrí que Morgan Freeman participa en la serie como productor ejecutivo. Este descubrimiento incrementó levemente mis esperanzas en ella. El lunes haré mi valoración final. Por último quiero comentar lo bien que estoy leyendo en el tren. Allí me encuentro en una paz tan estupenda que estoy a punto de empezar uno de los libros nuevos que me compré hace poco. Aún no me he decidido entre leerme otra de las grandes obras de Franzen: Libertad o comenzar El psicoanalista de John Katzenbach.

Os dejo sin nada más que comentar al respecto. Me he hecho un improvisado (y asqueroso) batido de melocotón sin pelar. Escocia ha votado No a la independencia; Catalunya sigue adelante con su consulta, celebrándolo como si no supieran que el martes la consulta estará (desgraciadamente) paralizada.


Nos vemos pronto, aquí en este estupendo blog. 

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