domingo, 20 de julio de 2014

Porque el frió tiene estilo

El verano no me gusta. Bueno sí, me gusta por el rollito vacacional que tiene (cuando las tienes) pero no me gusta cuando hace ese calor excesivo que te aplasta, te deforma cual vela de cara al sol. Unas semanas atrás era perfecto, la brisa soplaba y me gustaba ponerme una camisa de manga larga para ir a tomar algo a la playa por la noche.

Soy un chico muy de otoño e invierno. Me gusta el clima frio porque me gusta más mí ropa de invierno que la de verano porque es más elaborada y cool. Mis botas qué compré el verano pasado y con las que me siento el tío más sexy del mundo pese a tener una nariz como como un garfio; mi jersey granate con unos motivos muy hipsters que me encanta y compré en TK Maxx por solo 20 euros. Es estupendo. Además puedes llevar chaqueta y cuando llevas chaqueta no has de llevarlo todo en el bolsillo, puedes repartírtelo.

El clima de verano siempre es igual, sol, sol, sol y alguna tormenta de verano que le da un toque de sorpresa a la estación. En cambio, en invierno pueden ocurrir muchos fenómenos: sol; días con viento; frío seco; frío húmedo porque llueve; nevar; niebla; días de mucho viento. Todo es muy imprevisible. Al final lo que más te apetece después de llegar a casa es una taza de café calentito o si estás cenando, ese plato de sopa que solo tu madre sabe cómo hacer. Tienes más tiempo para hacer las cosas que te gusta hacer cuando uno está en casa y no tienes tantas excusas para salir a la calle. 

Por esa razón yo siempre digo que a mí me gustan los lugares de clima oceánico. Son lugares que te regalan los días de sol como días especiales, en los que todo se permitido. La gente sale a la calle a llenar las terrazas, tumbarse en el césped del parque o aprovechas para ir a la montaña o la playa. 


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